BiciCoa 2022 – Volvemos a la antigua normalidad

Ciclismo, amigos, barbacoa y cerveza. Qué gusto da poder volver a celebrar un evento como la BiciCoa en el que los Perdedores nos juntamos (familias, si procede, incluidas) para andar un rato en bici y disfrutar juntos de una comida de confraternización bicicletera  en torno a la barbacoa y al cesto con cervezas en hielo.

Aunque debo reconocer que guardaré un sabor agridulce de esta séptima edición (por motivos que mas adelante podréis leer) como me debo a vosotros, fieles y apasionados lectores, trataré de hacer brillar en esta narración los hechos más divertidos, que los hubo, de la jornada tratando, en primer lugar, de haceros partícipes de todo a los que no pudisteis venir (os echamos de menos, como siempre) y, en segundo lugar, de haceros rememorar lo acontecido a los que sí formasteis parte de la celebración.

Once fuimos los ciclistas que nos hicimos la foto de salida a la sombra del manzano

 

La convocatoria

Con esta declaración de intenciones empezaremos enumerando a los participantes. A esos aguerridos ciclistas que con tal de beberse una cerveza helada y comerse un chorizo a la brasa son capaces de abandonar el confort de sus comodísimas camas (esto es una suposición que no he verificado) a las 7:00 de la mañana en plena ola de calor y meterse una hora de coche con la legaña puesta.

El Bombi

No es que la foto esté borrosa, es el Bombi que si madruga mucho se pone borroso

 

El Bombi no puede faltar. No hay BiciCoa sin él. Ha asistido a todas las ediciones y este 2022 no iba a ser menos. Como va «sobrao» suele ir tirando del grupo. Incluso se metió para el cuerpo alguna subida extra ya que el recorrido le sabía a poco…

Jaime

Finge estar derrapando porque lleva el postureo en la sangre

 

En 2019 Jaime empezaba a montar en bici y acudía a su primera BiciCoa para pegarse un ostión que aún resuena en nuestros tímpanos. 3 años después vuelve reconvertido en un ciclista de categoría. Se sigue cayendo, la última vez cuando fuimos a Toledo, pero ahora no teme ni a subidas ni a bajadas. Mucha fuerza en esas piernas serranas.

Javi

Elegancia pucelana sobre la bicicleta

 

Para Javi esta era su primera BiciCoa pero espero que no sea la última. ¿Cómo una persona que no tiene bici (le presté mi RCZ) puede meterse una ruta como la que hicimos y acabar con tanta dignidad? Imagino que el entreno aeróbico (se mantiene en forma corriendo) cuenta pero aún así me quito el sombrero ante tal muestra de fuerza física y mental.

Jesús

Cómo me gusta la Rockrider de 120mm de recorrido

 

Y si hablamos de fortaleza mental hay que nombrar a Jesús, que sufre en las subidas pero no se rinde. Y con su bici nueva disfruta en las bajadas mucho más que antes. Da gusto rodar en bici con Jesús porque nunca se le quita la sonrisa de la cara por mal que lo esté pasando.

Jorge

Esa Scott Spark mola mucho, mucho, mucho

 

Jorge también acudía a una BiciCoa por primera vez. Pero creo que no será la última. Más aún siendo nativo de Las Navas del Marqués. Pero, como comentaba yo con Sergio cuando Jorge y su familia se despedían al final del día… de perdedor tiene poco. ¡Vaya manera de subir cuestas!

Miguel

Mucha sonrisa al principio, sí…

 

Que Miguel viniera me alegró muchísimo. Tiene dos bebés que requieren de toda su atención y se presentó sin haber montado en bici en los últimos 8 meses y con las consecuencias de la paternidad recién estrenada: déficit de sueño, cansancio crónico… Eso no le impidió estar bebiendo cervezas el viernes (hizo noche en mi casa) desde las 15:00 hasta la 1:00 porque el que tuvo, retuvo. Fue protagonista de momentos de mucho perdedorismo como leeréis si tenéis paciencia como para avanzar en el relato.

Néstor

¿Quién dice que las 26″ han muerto? Con la Scott de Néstor fueron 4 las bicis con rueda de 26″ del grupo

 

Me alegró mucho que Néstor se decidiera a participar en la ruta a pesar de las complicaciones logísticas que le acarreaba. Bueno… no tanto a él como a su mujer e hijos que tuvieron que venir en tren. Admiro (envidio, en realidad) a la gente que consigue estar tan en forma encima de la bici practicando tan poco ciclismo. Néstor es un ejemplo clarísimo. Dio la cara en todo momento subiendo las cuestas con mucho arte.

Pablo

Mucha dignidad en la pose. Algo menos durante la ruta

 

De Pablo podríamos escribir un libro. Empezaré diciendo que, como Miguel, vino el viernes a dormir. Literalmente, porque se presentó casi a las 22:00. Y la ropa que veis en la foto, con la que hizo la ruta, no es suya. Se la tuve que prestar. Vamos, un perdedorismo de una pureza inaudita, sin cortar.

Raúl

Raúl ha venido a las 7 BiciCoas con 7 bicis distintas

 

Otro fijo de las quinielas es Raúl, que no puede faltar a su cita anual con los colegas Perdedores. También hizo noche sobre el terreno… casi literalmente porque se quedó a dormir en su furgoneta camperizada. Otro que aunque no monte mucho en bici su «mínimo» de forma física le permite terminar las rutas con mucha dignidad y dejarnos a todos con el culo al aire si el camino pica para abajo.

Sergio

Caso contrario al de Raúl. Todas las BiciCoas que ha hecho Sergio han sido con la misma bici

 

Si a Sergio le dicen hace apenas unos meses que se iba a poder enfundar el maillot de Perdedores BTT sin reventar la cremallera no se lo cree. Pero ahí está el tío, dándole duro a la bici desde principio de año. El reto Leganés-Toledo tiene mucho que ver, pero también el tener que volver a trabajar a la oficina y usar la bicicleta como medio de transporte a diario. Ojo con eso, que hace muchos años que Sergio no está tan en forma como ahora.

Moisés

Plantaza de ciclista. Un señor muy atractivo.

 

Y para completar el grupo de 11 ciclistas, un servidor. Para la ocasión me llevé la bici «buena» pero lo que no estuvieron a la altura fueron las piernas. Lo pasé un poco mal durante toda la ruta y muy mal al final de la misma. El calor, creo yo, me jugó una mala pasada.Antes de comenzar tocó revisar la bici de Jaime. La noche de antes había estado haciendo una ruta nocturna (vaya huevos) y rompió la patilla del cambio por enésima vez. De madrugada la cambió para poder venir a la BiciCoa, pero estaba floja y el cambio necesitaba un ajuste completo.

El recorrido

El recorrido de esta edición de la BiciCoa es el mismo del que disfruté el primer día del año.

Track disponible en Wikiloc

No tiene demasiada dificultad, apenas un par de cuestas duras. Mucho menos que el recorrido de la edición de 2019, que fue la muerte. Pero el factor determinante, al menos para mí, fue el calor. No solo el que hizo el sábado de la ruta, sino el que vino haciendo durante toda la semana. Ola de calor en toda regla que nos impidió descansar correctamente. Ya a la hora de la salida (alrededor de las 10:00) la temperatura era alta.

Vámonos ya

Después de las fotos de rigor, que estas cosas hay que dejarlas debidamente documentadas para las generaciones futuras, nos pusimos en marcha. Avanzamos apenas 50 metros antes de la primera parada obligatoria. Javi tenía que bajarle el sillín a la bici que le había prestado. Raúl aprovechó para meterle aire a sus ruedas y Pablo para darse cuenta de que había cogido unas zapatillas de senderismo en vez de las de ciclismo. Se iba a chupar la ruta entera con pedales automáticos pero sin calas en las zapatillas. ¡Vaya dos cojonazos más gordos!
A la segunda intentona salimos al monte en dirección a Las Navas del Marqués. Los primeros kilómetros son prácticamente llanos con la excepción de alguna cuestecita para arriba o para abajo.


Todo es felicidad en estos primeros compases. ¡Después de dos años hemos podido volver a juntarnos! Casi sin darnos cuenta llegamos a las inmediaciones del pueblo, pero nos equivocamos en un desvío y llegamos a un camino sin final (bueno, el final es una finca) y tenemos que dar la vuelta para cruzar un arroyo y comenzar a subir la primera cuesta seria del día. Sin problema. Hay buenas piernas.

El robledal es una de las zonas más bonitas de los alrededores de Las Navas del Marqués

 

La Fuente de El Saúco

Atravesamos el robledal que nos ofrece su sombra y sus preciosos senderos durante un breve instante de tiempo. Llegamos a la fuente de El Saúco y aprovechamos para rellenar los bidones de agua fresca. No ha dado tiempo de vaciarlos, pero se agradece no beber caldo. Vamos muy mal de tiempo. Apenas hemos avanzado 7 kilómetros y parece que llevamos una eternidad encima de la bici.

 

El agua de la fuente sale fresquita todo el año. Un lujazo

 

¡Toma, toma liada!

Salimos a la carretera que une Las Navas con el parque eólico y vemos que Miguel y Pablo se empiezan a quedar atrás. Les esperamos a la escasa sombra de un árbol… pero no acaban de llegar. Arrancan y se paran, arrancan y se paran. Y miran con interés la rueda trasera de Miguel. Para poneros en antecedentes, la llanta de la rueda trasera de Miguel se rajó. Tratamos de arreglarla sin éxito así que se compró un juego de ruedas iguales a los que usa, pero de segunda mano. Le pusimos un Tannus Armour para proteger la llanta y lo tubelizamos. No perdía aire, pero la rueda estaba descentrada. Miguel la llevó a la tienda a centrarla y quedó razonablemente bien pero… se ve que aflojaron mucho uno de los radios y la cabeza del mismo se salió de su alojamiento bloqueando el movimiento del casete. Fijamos el ratio suelto al de al lado con una brida y Miguel pudo continuar la ruta con la rueda dibujando un ocho y con más miedo que vergüenza. Miguel y sus ruedas…. nunca decepcionan.

El Miguel y sus liadas involuntarias.

 

Lo malo (para mí) es que Jorge y yo fuimos los primeros en acercarnos a ver qué le pasaba a la rueda de Miguel y al ver los síntomas me recordó enormemente a un problema que tuve con una bici que compré en enero de segunda mano. Así que fuimos cagando leches a casa de Jorge a por un spray de aceite con el que lubricar el núcleo de la rueda pensando que eso solucionaría el problema. Cuando volvimos se nos quedó cara de tontos, sobre todo a mí que el esfuerzo me había restado buenas energías que más tarde echaría en falta.

 

El primer risco

El siguiente punto de interés de la ruta era otro lugar inédito para los Perdedores: el risco desde el que se ve todo el pueblo. La última rampa se las trae, campo a través.

No es la mejor época para admirar el paisaje, está todo seco.

 

La bajada se hace por dentro de una rodera criminal llena de piedras. Yo decidí bajar por el lateral, menos peligroso. Algo no iba bien, no estaba yo fino.
A continuación bajamos hasta la carretera de circunvalación y rodamos por ella en sentido ascendente apenas unos metros para volver a pisar tierra… y noto como voy pinchado de la rueda delantera. No solo escucho el «psss – psss» intermitente del pinchazo al rodar la rueda sino que veo cómo sale el líquido disparado por delante al más puro estilo bukakke. Por suerte el tubeless funcionó y antes de llegar al camino el pinchazo estaba cerrado. No obstante la rueda había perdido algo de presión, pero no me apetecía parar a meterle aire porque, como digo, algo no iba del todo bien. Llevaba la boca constantemente seca y una apatía rara.

La cuesta no era moco de pavo pero el Bombi, como dije al principio decidió bajar por un sendero que le llamó la atención y volver a subirla. Una vez completado este bucle seguimos todos juntos rodando a buena velocidad en un terreno que subía y bajaba sin llegar a ser las subidas especialmente duras ni las bajadas complicadas. Cruzamos la CL505 para rodar en dirección a Las Navas del Marques nuevamente por la senda que discurre paralela a la carretera girando a la izquierda de manera abrupta para enlazar con el camino que sube al Risco de los Dineros.

Parada para el avituallamiento

Decidimos hacer una parada para comer y beber y Javi protagonizó uno de los momentos más divertidos de la ruta al aparecer con el casco puesto del revés. Resulta que en la parada anterior se lo había quitado para refrescarse y al ponérselo con prisas se puso lo de detrás por delante.
Comimos compartiendo viandas y geles, que el calor estaba haciendo mella y más de uno necesitaba una aportación extra de glucosa y cafeína. Continuamos la marcha bajando por el divertido camino que lleva del Risco de los Dineros a la glorieta de entrada a Las Navas y luego enlazamos otra divertida senda, la que va desde la glorieta hasta el barrio de la estación. Después de tanto subir, dos bajadas seguidas nos sentaron muy bien.

Cada trocito de sombra era un regalo

 

Bajamos al barrio de la estación y rodamos por la carretera hasta la Ciudad Ducal. Giramos por el camino del pocillo para llegar hasta el embalse, último escenario digno de mención de la ruta aunque está casi sin agua y el paisaje desmerece mucho.

Este tronco caído que bloquea el camino es nuevo….

 

¡Y final!

Rodeamos el embalse por el camino que lo circunvala y comenzamos a subir la última cuesta de la jornada, la más dura además. Pronto el grupo se divide, los más fuertes imponen un ritmo que otros tantos no podemos seguir. Yo me quedo en el vagón de cola, me duelen las piernas y me falta el aire, estoy muy fatigado.
Tras unos primeros cientos de metros duros (Strava registra algún punto al 24%) la subida suaviza y solo hay un par de rampas más que sean dignas de mención… pero a algunos se nos hace muy, muy larga.
Nos esperamos arriba para recorrer juntos los pocos cientos de metros que nos separan del cesto con cervezas. Y llegamos todos con dignidad torera para ser recibidos con un bombardeo (sin mucha puntería, todo sea dicho) de globos de agua.

Final de ruta pasado por agua

 

Menuda la que se me lio

Y aquí acababa la ruta y comenzaba mi calvario particular. La última subida me había costado muchísimo y había llegado a casa con un agobio que no era normal. Me faltaba el aire. Me enchufé un manguerazo directo a la cabeza a ver si mejoraba y me puse una coca-cola con hielo… pero nada. Yo pensaba que era una pájara y estas se pasan comiendo así que piqué un poco pero seguía sin ser personas. Así que tuve que tumbarme un poco. Cuatro horas para ser exactos. Me perdí la comida y, lo peor, no pude atender a mis colegas y a sus familias como corresponde siendo Lourditas (¡Qué suerte tengo…!) la que tuvo que hacerse cargo de todo, delegando tareas aquí y allá y dándolo todo para que a los niños y a los mayores no les faltara de nada.
Cuando volví en mí pude salir y con todo nos dio tiempo de echarnos unas risas e incluso terminar el día preparando una segunda barbacoa para la cena. Por eso el sabor agridulce que os mencionaba al principio del todo, hubo momentos muy divertidos y otros bastante lamentables por mi parte. Pero bueno, solo queda esperar hasta 2023 para ver si me saco esta espinita que se me ha quedado clavada.

¿Quién se apunta?

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