Los Hueros – Pioz – Loranca de Tajuña

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Hay días que da gusto madrugar para salir en bici, qué quieres que te diga. Por la temperatura, por el recorrido, por la compañía… O por las tres cosas juntas, como pasó el pasado sábado 17 de febrero (de 2024). Menuda ruta de MTB nos marcamos saliendo de Los Hueros para llegar a Loranca de Tajuña pasando por Pioz. Un trazado muy rodador para cuando te apetece hacer kilómetros sin meterle demasiado desnivel. Vamos, en mi caso el 100% de las veces. Tú atiende que te lo voy a contar con detalle. Y además, para que veas que Perdedores BTT no solo entretiene sino que también educa, por sugerencia del primo Christian te voy a ir soltando perlitas culturales relativas a los lugares más significativos por los que fuimos pasando durante la ruta. Vamos, planazo total.

Track disponible en Wikiloc

 

Como ves, terminamos cascándonos 55 kilómetros. Una distancia parecida a la de mi última visita a Guadarrama, pero nada tuvieron que ver estos con aquellos. De hecho terminé bastante entero.

 

Los Hueros

Como vengo repitiendo en mis últimas intervenciones públicas, en 2024 me he propuesto hacer más vida social en lo que a ciclismo de montaña se refiere. Vamos, procurar salir menos veces solo y más en compañía. Eso, indudablemente, supondrá madrugar más y coger el coche para desplazarme hasta donde estén los compañeros de ruta de turno. Pero ni me da pereza ni me supone un sacrificio. Todo lo contrario, lo hago con agrado. Así fue como el sábado a las 9 de la mañana estaba en Los Hueros, núcleo urbano perteneciente a Villalbilla, donde reside el primo Christian en un adosado muy cuco. Yo pensaba que saldríamos solos en amor y compañía pero para mi sorpresa (agradable, sin duda), sus amigos César, Rober y Rafa acudieron a la cita. Así que éramos cinco los ciclistas que, tras los saludos pertinentes, comenzamos a rodar hacia el este. El sol, aún bajito, calentando nuestros (juveniles) rostros llenos de ilusión por la jornada de ciclismo que quedaba por delante.

Primavera en inviernoCaminos de buen rodar

 

Las primeras cuestas en Villalbilla

El primo me había vendido una ruta llana y eso le iba yo a reclamar. No obstante, siendo yo un aficionado a las dos ruedas con cierta solera, tengo bien aprendido que es imposible no comerse una cuesta en condiciones de vez en cuando por muy tendido que sea el terreno. Y la primera con entidad iba a llegar a la altura de Villalbilla.

Campos sembradosCampos de labor con el verde subidísimo

 

El pueblo dista de Los Hueros unos 7 kilómetros y como bien me explicó Rafa, nos encontrábamos en una olla de la que hay que salir subiendo para poder hacer cualquier ruta. Para nuestro regocijo, el camino de subida (camino de los Eros se llama) había sido arreglado hace relativamente poco y se encontraba en perfectísimo estado. Subimos, aún frescos, sin problemas. Fuimos adelantados, como corresponde, por dos usuarios de bicicletas eléctricas que subían muy alegremente. Como dijo César, con buena p***a bien se f***a. Nótese que pongo asteriscos más por decoro que otra cosa. Por si da la casualidad de que a algún infante le da por leer esto. Para evitar ser demasiado explícito a la hora de reproducir el dicho que todos conocemos y que en aquella circunstancia venía al pelo.

 

Cuevas, cementerios y tesoros

Dejamos el camino girando a la derecha y el primo empieza a contarme que a pocos cientos de metros de donde estábamos está la Cueva del Pastor. Pero desde el camino no se ve porque está en la pared de la loma que mira al otro lado. Se ve que los pastores usaban esta cueva para guardar a las ovejas y para refugiarse cuando hacía mal tiempo. Es impresionante.

Cueva del pastorEsta foto se la he cogido prestada al primo de esta ruta

 

Pero no es esta la única cueva interesante de los alrededores. Según cuenta el primo también estamos cerca de la cueva del Tesorillo, ojo con eso, junto a un cementerio «moro». Restos arqueológicos completamente ignorados. Una pena que no exista siquiera un panel informativo.

Charlando tranquilamente sobre todo esto nos aproximamos llaneando hasta la próxima localidad, Santorcaz. El poco frío que pudiéramos haber pasado a primera hora de la mañana se nos ha quitado con la subida desde Villalbilla. El sol brilla con fuerza y el barro que nos vamos encontrando en los caminos no se pega en nuestras ruedas, así que de momento todo va saliendo a pedir de boca.

 

Rallyes locales

Entramos a Santorcaz por el camino de Villalbilla y rodamos unos pocos metros por la calle de San Roque para girar a la derecha en dirección sur por el camino de la Concepción. Apenas vemos unas pocas casas del pueblo.

El camino de la Concepción lleva a la ermita, mira tú, de la Concepción. Vemos bastante gente apostada con sillas en los bordes del camino y algunas señalizaciones. Son los espectadores y los organizadores de un rallye, tócate las pelotas.

Cartel RallyeCartel oficial del Rallye

 

Esto trastocaba un poco nuestros planes, pero nos dijeron que hasta las 11:30 no empezaba el rallye y proseguimos nuestro camino. Apenas rodamos unos cientos de metros por el recorrido del rallye. Lo suficiente para que me pusiera yo de barro hasta las orejas porque escogí el lado malo del camino. En vez de rodar por lo seco, por lo que sea, fui atravesando el barro líquido y una mancha del ancho de mi cubierta trasera manchó mi espalda (no llevo guardabarros) de tal manera que parecía yo una mofeta.

 

Pioz, en Guadalajara

Como digo, nos desviamos hacia Pioz, localidad ya manchega. Pocas veces he cambiado yo de provincia montando en bicicleta y me hizo hasta un poco de ilusión, fíjate qué tonto. Pasamos por la Plaza Mayor y Rafa rellenó el bidón en la fuente. Hizo bien, el agua es mejor que sobre a que falte.

Visitamos el castillo y, perdona que te diga, podría estar mucho mejor conservado y explotado desde el punto de vista turístico. Se encuentra en ruinas. Tanto el paso del tiempo como el rapiñe humano han dejado es imponente edificio hecho una braga. En la actualidad es de propiedad municipal. Fíjate tú si lo acondicionaran un poco solamente. Lo mínimo para asegurar la seguridad del que quiera pasar a verlo desde dentro, si no iría gente a darse una vueltita por allí.

Aprovechamos para hacer la primera parada del día. Nos echamos una fotito y quien más, quien menos, sacó una barrita del bolsillo para comer un poco.

Castillo de PiozCastillo de Pioz venido a menos

 

Dejamos Pioz rodando por varias urbanizaciones: Las Villas de Pioz, Las Suertes, Montejaral, El Olmillo… Me van contando Rafa y Rober que mucha gente, durante la crisis del ladrillo de 2007, tuvo que irse a vivir a poblaciones como aquellas, un poco alejadas de sus lugares de trabajo (siendo amables). Yo iba pensando que ya te puede gustar la soledad y la tranquilidad para irte a vivir allí, porque salvo los ladridos de los perros no se escuchaba nada más.

 

Convento de Jesús del Monte

Nos aproximamos a Loranca de Tajuña pero no vamos a bajar hasta el pueblo, nos quedamos en las ruinas del Convento de Jesús del Monte… También en ruinas tras su abandono en 1773. Qué manía tenemos los españoles de abandonar las cosas. Hacemos una segunda parada para hacer unas fotos. Las vistas son impresionantes. Vemos el pueblo abajo y el valle del Tajuña. Menos mal que no tenemos que bajar hasta el río para luego volver a subir. De la fatiga que me da pensarlo me tomo un gel de Crown que tenía de regalo de cuando en Festibike probé la Canyon eléctrica.

Jesús del MonteMenudas vistas había hacia el otro lado de la foto…

 

Dejamos el convento donde estaba y ponemos camino de vuelta. En vez de volver por donde hemos venido, que parece que desluce la ruta, vamos a tirar para el norte.

 

La sabana alcarreña

Rodamos por una buena pista que de vez en cuando nos sorprende con charcos enormes que cuesta esquivar. En ocasiones no nos queda más remedio que atravesarlos. Los campos de cultivo muestran un verdor impresionante y justo en ese momento pasamos por un paraje que me comenta Rafa que les recuerda a la sabana africana. No puedo estar más de acuerdo. Una planicie enorme salpicada de árboles aquí y allá que en vez de ser acacias son encinas nos hacen bromear con que de un momento a otro una leona se va a abalanzar sobre nosotros.

En el kilómetro 34 llegamos a Pozo de Guadalajara. Atravesamos la localidad sin pena ni gloria y seguimos nuestro camino en dirección oeste, ya de vuelta, con la idea en la cabeza de tomar una cerveza bien merecida al final de la ruta. Cruzamos la CM-235, con bastante tráfico, de manera segura y volvemos a tomar un camino de tierra en dirección a Santorcaz. De vuelta en Madrid tras nuestro periplo manchego.

 

Castillo, Iglesia y Plaza de Toros

Llegamos Santorcaz y paramos en la Plaza de la Constitución a coger agua de la fuente. Que sepáis que en este pueblo rodaron «Crónicas de un pueblo» y en la plaza hay una placa conmemorativa con forma de claqueta cinematográfica en recuerdo de aquella mítica serie.

También está el Castillo de Torremocha, con la Iglesia de San Torcuato adosada. Y no hace falta fijarse mucho para darse cuenta de que la torre del la iglesia está torcida. Vamos, que se está cayendo para un lado. Este castillo también fue prisión de personajes tan ilustres como la princesa de Éboli y el cardenal Cisneros. Como veis, una localidad plagada de historia.

Para llegar a donde está el castillo hay que subir una cuestaca de las buenas. Pero por asfalto no se sube mal. Pasamos junto a la plaza de toros, también pegada al castillo-iglesia-prisión. El resto de la expedición habrá pasado mil veces por allí pero yo me quedo unos segundos contemplando el conjunto. Es digno de admirar.

Salimos de Santorcaz en dirección a Villalbilla. Pero en lugar de ir directos giramos a la derecha para acercarnos a Anchuelo. Yo, que no soy consciente de por dónde me llevan al no conocer la zona, me dejo llevar. Pero ahora viendo el mapa me percato de que dimos un rodeo bastante innecesario, así te lo digo. Pero bueno, tampoco hay que ponerse quisquillosos que los caminos tenían muy buen rodar y la compañía era grata.

Y casi sin darnos cuenta, después de 55 kilómetros, llegamos de vuelta a Los Hueros.

El Remate

Rodamos por calles sin apenas tráfico para llegar al bar escogido, el Bar Sancho. Tenemos suerte y conseguimos una mesa. Son las 13:00, hora punta del aperitivo y la terraza está a rebosar.

Dejamos las bicicletas aparcadas a la vista pero donde no molesten y nos sentamos al sol a tomar una cerveza o un refresco. El remate perfecto a una mañana de bicicleta.

Una vez nos traen la ronda hacemos un brindis y empezamos a hablar de cosas sin importancia, que a fin de cuentas son las que desengrasan, las que nos ponen la cabeza en orden. Que si me voy a ir de camping, que si mira a cuántas pulsaciones he llegado, que si la próxima vez vamos hacer algo parecido pero empezando en Torres de la Alameda… Conversaciones tan intrascendentes como fundamentales. No nos acordamos ni del trabajo, ni de la hipoteca ni de nada. No hay problemas de ningún tipo. Solo cinco señores bien metidos en la cuarentena disfrutando de una bebida juntos. Mañana ya veríamos, pero el sábado 17 de febrero a las 13:00 horas el tiempo se paró y solo importaba lo que ocurría en esa mesa del Bar Sancho.

Cervezas post rutaAnda que no sentó bien la parada en el bar…

 

Una vez de vuelta a la realidad y abusando de la amabilidad del primo le pedí que le echara un agüita a la bicicleta, que estaba de barro hasta arriba. Así me iba con ella limpia, que en el portabicicletas de techo se iba a secar bien. Kärcher en mano y con esmero quedó la bici para pasar revista. La subí al coche y me despedí de familia y amigos con intención de volver más pronto que tarde. En compañía de otros perdedores o en solitario, ya veríamos. Pero yo volver, vuelvo.

2 comentarios en “Los Hueros – Pioz – Loranca de Tajuña”

  1. Si es que lo cuentas con tanto arte e ilusión y sin una puta falta de ortografía que al final me voy a apuntar yo también cualquier día, eso sí previo acople de los ruedines en una mountain bike que no poseo…

    1. La bici te la presto yo y nos vamos dando un paseo hasta el parque de Polvoranca. Y allí nos tomamos algo en el kiosco y luego volvemos tranquilamente. No me digas que no es un planazo.

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