De Cercedilla a Segovia en bicicleta

Sí, sí… has leído bien. Nos hemos ido de Cercedilla a Segovia en bicicleta de montaña y te lo cuento en esta entrada con todos los detalles, querido lector, para tu regocijo. Pero como una imagen vale más que mil palabras lo primero que voy a hacer es insertar el vídeo con el resumen de la ruta. Yo creo que te va a gustar… ¡Pero no dejes de leer el libro por haber visto la peli, criatura!

 

¿De dónde sale esta idea?

Ya sabes que me gusta contar las cosas desde el principio y no va a ser distinto en esta ocasión. Seguramente te acuerdes de uno de los retos más celebrados de la historia de Perdedores BTT, cuando fuimos de Leganés a Toledo. Pues ya sabes, sintiéndonos campeones del mundo pensamos que estaría guay llegar a otra capital de provincia dando pedales y enseguida nos vino a la cabeza Segovia. Pero no desde Madrid (la Madrid-Segovia MTB es una prueba consolidada, por si no lo sabes), sino desde Guadarrama, localidad de residencia de varios amigos y amigas perdedores.

Pero ya sabes cómo son estas cosas, organizarlas no siempre es fácil. Buscar una fecha en la que pudiéramos todos los interesados, gestionar la logística para la comida y la vuelta… Total, que no terminábamos de bajarlo a tierra. Hasta que Jesús cogió al toro por los cuernos en febrero y lanzó la votación en el chat de Whatsapp de Perdedores BTT. La fecha elegida, por poco, fue el domingo 21 de abril. Pero ahí quedó la cosa, en un limbo extraño porque solo habíamos sido 4 los votantes.

Track disponibe en Wikiloc

 

No obstante, llegando el día , Sergio nos preguntó si íbamos a hacerlo, ya que habíamos concretado una fecha aunque fuera con la boca pequeña. Aludió, además, que Jesús y él estaban dispuestísimos. Yo, qué quieres que te diga, no pude negarme aún no estando en buen estado de forma. El Bombi, que ni había votado ni nada porque es una persona que está aún por civilizar, se subió al carro y el resto, por diversos motivos, no pudieron acudir a la cita.

La logística es importante

Siendo esta una ruta lineal hay que organizar bien cómo volver a casa. Y eso depende mucho del número de ciclistas que participen, claro. Siendo que nadie de Guadarrama podía hacer la ruta no le vimos sentido salir desde allí y cambiamos el punto de partida por Cercedilla. Nos ahorrábamos unos 300 metros de desnivel positivo y complicaciones en el transporte ya que Cercedilla tiene estación de tren pero Guadarrama no.

La idea inicial era acudir a Cercedilla en coche, llegar a Segovia en bici y encontrarnos allí con las familias para comer juntos y volver en coche (parando en Cercedilla a recoger el que hubiéramos dejado allí por la mañana).

Pero durante la semana hubo problemas mecánicos y planes familiares alternativos que derivaron en que finalmente las familias no fueron a Segovia. Así que Sergio y yo fuimos con un coche desde Leganés a Cercedilla pasando por Moralzarzal para recoger a Jesús. El Bombi fue por su lado con su coche.

La vuelta la haríamos en tren Regional desde Segovia hasta Cercedilla para volver a montar las bicis en los coches y volver cada mochuelo a su olivo, preferentemente con una sonrisa en la cara y un cochinillo en la barriga.

Vamos al lío

Eso es, vamos al lío que mucho hablar pero aún no hemos empezado a dar pedales.

A las 9:00 de la mañana hacía fresquete en Cercedilla y para tomar el Camino Puricelli, inicio de nuestro recorrido, teníamos que bajar unos metritos por carretera para pasar por el túnel que salva por debajo las vías del tren. ¡No veas qué rasca! Menos mal que enseguida comenzamos a subir y los cuerpos entraron en calor. El camino es muy, muy pedregoso y además del esfuerzo que supone el desnivel tienes que ir pendiente de por dónde metes la rueda para no atascarte. Nada bonito de rodar, la verdad. Vamos ascendiendo por el Valle de la Fuenfría, el escenario es impresionante como podéis imaginar.

Subiendo por el Valle de la FuenfríaIniciamos la ruta subiendo por el Camino Puricelli

 

Poco a poco el firme mejora. Llegamos al Hospital de la Fuenfría y comenzamos a rodar por carretera, mucho mejor. Subimos, subimos y subimos. Sabíamos a lo que veníamos, claro está. Dejamos atrás el aparcamiento de Las Dehesas y seguimos avanzando por la Carretera de la República. A la altura de la Pradera de los Corralillos pido hacer la primera parada. Necesito ir al baño. Bueno… al pino. La parada también viene bien para levantar un poco el culo del sillín y aliviar el dolor. Aprovechamos para comer algo y enseguida retomamos la ascensión infinita. Llevamos unos 7 kilómetros, nos queda poco más de la mitad.

El camino no es malo, sin charcos ni baches ni raíces ni piedras. Está en perfecto estado. Lo malo es la subida, claro. Pero tampoco te creas que hay cuestones de la muerte. Solo una pendiente razonablemente constante que ronda el 5%. Vamos… nada del otro mundo. Lo que pasa es que, como siempre digo, viviendo en Leganés para Sergio y para mí es un reto cualquier ascensión prolongada.

Mirador de los Poetas

Nos lo tomamos con calma y llegamos al Mirador de los Poetas. Lo lógico sería echar la foto de manera que se vieran las vistas, pero ya sabéis que luego los paisajes no se aprecian. Por eso tiramos la foto para el lado de dentro del mirador. Y así nos veis los caretos de emoción al apreciar el paisaje. En este momento el Bombi le estaba diciendo a Sergio dónde estaba el Monasterio de El Escorial.

Mirador de los PoetasPerdedores en el Mirador de los Poetas

 

Poco después hacemos otra paradita para hacernos una foto en el reloj solar Camilo José Cela. ¿Cuál es el sentido de honrar al difunto premio nobel con un reloj solar? Al parecer era dado a pasear por la Sierra de Guadarrama.

En esta ocasión es El Fari el que hace el selfie.

Reloj Solar Camilo José CelaReloj Solar Camilo José Cela

 

No llevamos prisa porque tenemos la reserva para comer a las 14:00h y sabiendo que una vez estemos en lo alto del Puerto de la Fuenfría el resto es dejarse caer hasta la mesa del restaurante no tenemos reservas en rodar relajadamente comentando nuestras cosas. En ocasiones se forman dos parejas. Casi siempre, por lo que sea, soy miembro de la que va por detrás.

Ya llegamos arriba

Tengo un momento de bajona mental casi al final porque a la altura de la Umbría de la Navazuela se ve la carretera al lado contrario del valle justo encima de la Ducha de los Alemanes. (anda que no hay cosas que ver en esta sierra). Lo que estoy viendo (con cierto desasosiego) a unos cuantos metros por encima de la cota que llevamos es el Mirador de la Reina, pero como soy un ignorante no soy consciente. Lo bueno es que tampoco soy consciente de que prácticamente hemos llegado al Puerto de la Fuenfría, para mi regocijo.

GarminDatos objetivos de la subida

 

Unos 15 kilómetros de subida continuada para ascender 666 (subida infernal) metros en unas dos horas.

Y ahora para abajo

Y son aproximadamente las 11:30. Vamos bien. Dejo a los amigos que decidan por dónde bajar. Me encanta despreocuparme de conocer el camino. Tenemos un track que había encontrado en Facebook durante la semana y decidimos seguirlo. El Bombi se encarga de la navegación.

Comenzamos a bajar por una pista muy rápida y repleta de piedras. Algunas sueltas y otras sujetas. Rodar es incomodísimo, se nos saltan los empastes. Yo, con la bicicleta de doble suspensión y rueda de 29″ lo voy pasando mal, así que sufro por Sergio que va con su rígida de aluminio con rueda de 26″. Aún quedan hombres.

Pasamos junto a las ruinas de la Casa Eraso y para nuestro alivio abandonamos esa pista infernal poco después para tomar una carretera a la izquierda. El firme mejora notablemente, nada que ver, pero la pendiente es tan pronunciada y la carretera tan estrecha y llena de agujas de los pinos que tenemos que estar muy atentos a las curvas para no salirnos. Rodamos por un túnel de pinos. Impresionante.

Carretera bonitaCarretera preciosa entre pinos

 

Esta carretera nos lleva hasta el Puente de la Cantina, sobre el Río Eresma. Comienza la parte más bonita y más peliaguda de la ruta.

Rodando junto al río

Por error llegamos hasta el puente, pero nos damos la vuelta porque el Bombi se da cuenta de que tendríamos que haber tomado un desvío hacia la izquierda que no hemos visto porque íbamos bajando un senderito de tierra muy entretenido.

Llegamos junto al río y nos quedamos con la boca abierta.

Río EresmaAnda que no estaba chulo este sitio

 

Se nos escapan los «cómo mola» y los «qué guapo» casi sin darnos cuenta. Aunque el camino no es 100% ciclable. A cada pocos metros unas raíces malignas o unas piedras imposibles de superar con nuestro nivel técnico nos hacen bajarnos de la bici y patear para salvar el obstáculo de marras. Pero no importa. Tenemos tiempo de sobra y el paisaje merece tanto la pena que la única rabia es ir en bici y tener que prestar más atención a por dónde metes la rueda delantera que al entorno por el que rodamos (o intentamos rodar).

río Eresma desde detrás de la biciA pie de río

 

Compartiendo el camino con muchos senderistas pero con ningún ciclista (por algo será) llegamos al Puente de los Canales, muy cerca de Valsaín. Vamos a ver qué nos depara ahora el camino.

Caminar más que rodar…

Dejamos Valsaín a la derecha y junto a la Presa del Olvido vemos indicaciones de 4,7 kilómetros hasta La Granja. Confirmamos que el track sigue esas indicaciones y ni cortos ni perezosos nos metemos en la boca del lobo.

Si en el tramo anterior tuvimos que portar la bici de cuando en cuando para salvar algún obstáculo, en esta ocasión el camino nos permite usar la bici de cuando en cuando porque lo normal es que tengamos que ir caminando. ¡Menudo suplicio! Nos cruzamos con mucha gente y hay incluso quien nos dice, de buenas maneras y sin reproches, que ese camino no está pensado para bicicletas. Gracias por la información, nunca lo hubiera pensado. El entorno sigue siendo precioso pero no avanzamos. Son casi 5 kilómetros de subirse al la bici, avanzar 15 metros, bajarse de la bici, saltar por encima de unas raíces o unas piedras, subirse a la bici, avanzar 5 metros, bajarse de la bici para subir una escalera…

Esto no sé ni dónde esTú fíjate qué día tan bueno nos hizo

 

Pero no hay mal que cien años dure y con esfuerzo conseguimos salir del cañón del río a la altura de La Granja.

Un poquito de carril bici

Y llegamos, a 4 kilómetros de Segovia, al carril bici.

¡No veas cómo agradecimos el rodar cómodamente y con buena velocidad hacia el centro de la ciudad!

Carril biciCarril bici en verde. Se lleva mucho este año

 

Tan contentos estábamos que fuimos incluso dándonos relevos, apretando los pedales. Vamos, que los 4 kilómetros se nos pasaron volando.

Llegamos a la plaza del Acueducto de Segovia por la Avenida del Padre Claret tras callejear un poco. La llegada mola mucho porque como la calle es en curva no ves nada hasta que lo ves todo. Y es impresionante.

Acueducto de SegoviaCercedilla – Segovia completada

 

Pedimos que nos hicieran una foto para conmemorar nuestra llegada a la capital segoviana y como eran las 13:30 nos dirigimos directamente al restaurante. Teníamos reserva en la terraza así que aseguramos las bicicletas a una valla de obras que había justo al lado para poder comer tranquilos. Lo primero que se vino fue una merecidísima cerveza con la que brindamos por haber sido capaces de conseguir superar un nuevo reto ciclista. Este, tal vez, de menor entidad que otros que hemos abordado pero igualmente chulo. Nos sentimos orgullosos, qué leche.

 

Merecido premio

¡A comer!

Primer platoPrimer plato del menú segoviano

 

El restaurante no era super top pero comimos muy bien. Había un «menú segoviano» consistente en un primero a elegir entre judiones de la granja o sopa castellana (pedimos 2 y 2) y un segundo y postre fijos: cochinillo asado con patatas panaderas y ponche segoviano. Todo muy rico, ya te lo digo yo. Pena que Sergio no disfrutara de la comida como se merecía porque tenía el cuerpo un poco raro después de haber pasado una gastroenteritis durante la semana.

Cochinillo asadoCiclismo y pitanza. Lo mejor

 

La siesta

Salimos del restaurante rodando. Entre el madrugón, la paliza en bici y la barriga llena se apoderó de nosotros un sueño que no veas. Buscamos dónde caernos muertos y pusimos rumbo a el Alcázar con la esperanza de encontrar una sombra donde descansar.

Alcázar de SegoviaNo nos permitieron la entrada con las bicis

 

Pero, sorpresa, nos prohibieron la entrada con las bicicletas al recinto del Alcázar. No nos importó mucho porque habíamos fichado una placita (la Plaza e la Merced) con unos banquitos y unos trocitos de césped muy ricos que cumplirían con creces. Nos dirigimos de vuelta hacia este lugar y cuando llegamos aparcamos las bicis y nos tiramos a descansar. El tren salía a las 18:43 y apenas serían las 16:00. Teníamos tiempo de sobra para descansar.

Vuelta a casa

No fuimos capaces de dormirnos, fíjate. Normal, había mucho jaleo alrededor. Pero descansamos cuerpo y mente, que de eso se trataba a fin de cuentas.

Había tiempo así que acordamos hacer una parada para tomar algo de camino a la estación de tren. Encontramos una terraza a la sombra y nos tomamos unos cafés y unos refrescos. Seguimos nuestro camino (cuesta arriba) hacia la Renfe y llegamos sin mayores percances.

Sacamos los billetes con la app de Renfe, porque la chica que nos atendió en las «video-taquillas» (nos atendieron desde una máquina por vídeo llamada) nos decía que solo podía asociar tres bicis y éramos cuatro. Nos aconsejó comprarle los billetes directamente al interventor pero finalmente los compramos con la app. Así, llegado el caso de tener que negociar con el interventor el permiso para meter mas bicis de las permitidas tendríamos los billetes ya comprados. Algo con lo que forzarle a acceder. Tontos de nosotros, luego había por lo menos diez bicis más en el tren.

Bicis en el TrenLas bicis colocaditas en la puerta que así no molestan

 

El viaje de vuelta en el tren fue relajado y cómodo. Estábamos de buen humor. Todo había salido a las mil maravillas. La ruta, la climatología, la comida, la estancia en Segovia… Todo.

CercedillaTerminamos donde empezamos

 

Llegamos a Cercedilla pasadas las 19:30. Más de 10 horas después de comenzar a dar pedales. Nos llevó un ratito montar las bicicletas en el porta. Nos despedimos del Bombi con un abrazo instándonos a vernos pronto. Pusimos rumbo a Moralzarzal. Íbamos charlando del día que habíamos pasado, de repetirlo (o no) de lo rico que estaba el cochinillo y de la música que sonaba en la radio. Cuando uno está bien da igual de qué se hable.

Dejamos a Jesús y pusimos rumbo a Leganés. Llegamos a casa a las 21:00. Justo para ver el clásico. Perfecto, todo bien.

¿Qué más puedo decir? ¿Que días como este son por los que yo monto en bici? Creo que si habéis leído hasta aquí eso ha quedado claro, no hay mucho más que añadir. Solamente que me siento INMENSAMENTE agradecido de tener compinches y familia con los que compartir estas experiencias. Que serán muchas más, ya lo vas a ir viendo, ya.

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