El Pensador y la Ciudad Ducal. Migas y chimenea contra el frío invierno abulense

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Te traemos en esta entrada una ruta por los alrededores de Las Navas del Marqués. Rodamos junto a la escultura del pensador y la Ciudad Ducal. Y terminamos el día comiendo unas migas junto a la chimenea para combatir el frío. Vamos, que nos quedó un día muy apañadito.

Vamos a remontarnos a principios de 2024. Me apetecía a mí juntar a los Perdedores para hacer una ruta por Navalperal de Pinares y Las Navas del Marqués con una buena comida al final. Algo como la BiciCoa, pero en invierno y de manera más recogida. Porque no se puede, con todo el frío, comer en el jardín. Y dentro de la casa cabemos muchos menos, lógicamente. Así que, con tiempo, fijamos el fin de semana del 10 y 11 de febrero para celebrar este evento, inédito en la historia de Perdedores BTT. Con toda la incertidumbre del mundo, claro está, porque lo mismo te llueve, que te nieva, que te sale un día soleado y precioso. Nunca se sabe.

La cuestión es que la previsión no era buena. Vamos… ni por asomo. Daban temperaturas muy bajas, lluvia y, lo peor de todo, mucho viento. Decidimos que el día «menos malo» iba a ser el domingo 11. El sábado 10, de hecho, hizo de todo. Desde ratitos de solazo hasta precipitaciones en forma de agua, nieve y granizo. Grabé este vídeo para animar a los Perdedores a venir el día siguiente. Los ojos los llevaba medio guiñados por culpa del sol, que me deslumbraba.

 

Acudieron a la cita Javi, Jaime y Natalia. Siendo el domingo de Carnaval y con una previsión meteorológica tan complicada… fue difícil juntar a muchos amigos en esta ocasión. Total, que a las diez de la mañana, con 1º de temperatura pero sin viento salimos a dar pedales en dirección Las Navas del Marqués. A ver qué nos deparaba la ruta.


Track disponible en Wikiloc

 

Iba yo guiando al grupo con dos premisas muy claras: no hacer una ruta demasiado complicada, porque lo mismo se ponía a llover y teníamos que volver echando leches a casa, y pasar por sitios bonitos por los que la mayoría de los perdedores ya han pasado pero no Javi y Natalia que era la primera vez que venían a salir en bici por esta zona.

 

Llegamos a Las Navas y rodamos un poco por las calles de la urbanización Los Matizales. La conversación se centró en las casas, muy bonitas algunas, pero ya les dije que nada en comparación con las que veríamos luego en la Ciudad Ducal. Atravesamos la dehesa boyal y luego el pueblo para salir de nuevo al campo tras recorrer la calle principal del polígono industrial El Brajero.

Un divertido sendero que hacía tiempo que no recorría, paralelo a la M505 en dirección a El Escorial, me recordó que con la bicicleta rígida de rueda de 26 pulgadas hay que conducir bastante más fino que con la doble de 29. ¡Menuda diferencia! A lo fácil se acostumbra uno rápido.

Cruzamos la carretera y llegamos a «El Valladal», un área recreativa con una explanada enorme y muchos caminos. tomamos uno, parte de la ruta de los riscos y las Atalayas, que nos llevaría de vuelta a Las Navas pasando por la escultura del pensador. Hicimos la primera parada del día, la fotografía lo merece.

El Pensador de Las Navas del MarquésCostó varios intentos cuadrar la foto, no te creas

 

No nos dimos cuenta de que estábamos tapando la escultura. Ya nos vale. Espera que os la pongo sola:

El Pensador, ahora síEl Pensador, ahora sí

 

Seguimos subiendo hasta el Risco de los Dineros. Y bajamos por el mismo camino hasta la glorieta de entrada al pueblo. Nos pusimos en dirección a la estación, bajando por el sendero que hacemos siempre que corre otra vez paralelo a la M505, ahora en el otro sentido. Muy divertido, pero acabé con los brazos cargadísimos. Lo mismo tengo que quitarle presión a la horquilla.

Pasamos por debajo de las vías del tren y rodamos relajadamente por el barrio de la estación hasta la entrada principal de la Ciudad Ducal. Un placer para la vista ver esas cacho de casas, preciosas y tan bien integradas (generalmente) en la naturaleza.

Llegamos al embalse, que estaba de agua hasta arriba. Preguntó Natalia por el nombre del embalse y le dije que no me constara que tuviera nombre propio como el de Valmayor o el de la Aceña… Así que, estando por bautizar, le pusimos nombre: Embalse Perdedor. En cuatro días lo vais a ver así en Google Maps, ya verás.

Embalse de la Ciudad DucalEmbalse Perdedor

 

Rodamos despacito por el sendero que va bordeando el embalse. Ha salido el sol. Estamos teniendo mucha suerte con el tiempo. Sigue haciendo frío, pero se sobrelleva bien. El sol nos anima. Ya estamos terminando la ruta pero todavía quedan algunas cosas bonitas que ver y algunas cuestas que subir.

Subiendo al lago de la Ciudad DucalAprovechando unos pocos rayos de sol

 

Subiendo hacia el lago de la Ciudad Ducal vemos que la caída de agua de la presa corre fuerte. Una postal preciosa. Subimos a la presa y vemos la mansa balsa de agua reflejando en su superficie las copas de los árboles y no nos queda más remedio que hacernos otra foto. Avanzamos poco, pero no tenemos prisa.

Lago de Ciudad DucalMira que es bonito este sitio…

 

Rodeamos el lago y salimos a uno de los caminos principales de la urbanización. Toca subir un poco. Salimos de la Ciudad Ducal pasando por encima de la vía del tren y cruzamos de nuevo la M505. Estamos al ladito de casa pero vamos a alargar la ruta un poco más. La última subida se me hace bola y no puedo seguir ni de coña el ritmo de Jaime, Natalia y Javi. En una subida de unos 100 metros me sacan otros tantos. Consigo, no obstante, no echar pie a tierra a costa de que me suba el pulso a 183 ppm. A mis 46 años no sé si esto es bueno o no, la verdad.

Salvo yo, que ya tengo bastante, los otros tres miembros de la expedición dan vueltas por la urbanización hasta completar los 30 kilómetros. Nos había quedado una ruta muy completita, estoy bastante satisfecho.

Lavamos las bicis, nos aseamos nosotros, encendemos la chimenea y nos tomamos una cerveza a la salud del colegueo ciclista. Y nos ponemos a hacer de comer, que las migas no se hacen solas.

Migas y torreznosMira que me gustan a mí las migas

 

Estábamos tan a gusto alrededor de la mesa que no nos acordamos ninguno de echar una foto a la comida o a los comensales. Hablando de nuestras cositas, ya sabes, cuando se está bien la cosa fluye.

Para finalizar, qué queréis que os diga, ha sido un honor y un placer recibiros en mi casa a los que habéis podido venir y os hemos echado de menos a los que no. Pero creo que el año que viene repetiremos. Hasta entonces… ¡Nos vemos en la siguiente ruta!

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