Anda que no pasé mal rato el domingo 21 de enero. Me dio por subir a Guadarrama para salir en bici con los amigos de allí y no veas la que me liaron. Una ruta de MTB donde el frío, el barro y el agua fueron protagonistas. Por no hablar de la cacho de pájara que me dio que yo no sé ni cómo llegué.
Resulta que en 2024 me he propuesto yo hacer más rutas con amigos, que echando la vista atrás, en 2023, hemos quedado pocas veces. Y es por eso que ni corto ni perezoso y sabiendo que los de Guadarrama raramente perdonan un domingo sin salir en bici me planté allí poco antes de las 9:00 con una temperatura de 0º y más sueño que vergüenza.
Ya le había yo advertido a Jaime que no me dieran mucha caña, que siendo yo residente en Leganés no tengo muy entrenado el cuerpo para las cuestas serranas. Pero uno no se puede fiar de los amigos, como vais a descubrir si tenéis la paciencia de seguir leyendo.
Natalia, Conrado, Simón y Diana acudieron a la cita, además de Jaime y de un servidor. Comenzamos a rodar en dirección a Alpedrete, cuesta abajo, como nos gusta a todos. Durante la semana había llovido con fuerza y enseguida nos dimos cuenta de que el terreno iba a estar saturadísimo de agua. Helada, a esa primera hora de la mañana. Vadeamos un primer arroyo con relativamente poco talento y meto un pie en el agua hasta el tobillo. Pero no me mojo el pie porque las botas Shimano MW7 son la repera. La mejor compra en equipamiento que he hecho en muchísimo tiempo.
Qué poco arte tenemos a veces…
Rodamos a buen ritmo (siendo cuesta abajo cualquiera, claro). Rodeamos Alpedrete por el sur para no tener que atravesar el núcleo urbano. Simón tiene la mala suerte de pinchar por culpa de un abrojo.
La primera parada de la ruta fue forzada
Una vez solucionada la incidencia seguimos rodando cómodamente por la dehesa de Collado Villalba. El sol ha ido subiendo, como viene siendo habitual, y la temperatura comienza a aumentar. Esto es bueno porque dejamos de pasar frío…pero por otro lado el suelo se descongela y el barro duro comienza a convertirse en barro blando. Por suerte no es del que se pega, es del que salpica todo. Vamos, que en menos que canta un gallo nos ponemos de barro hasta el casco.
Llegamos a la Laguna del Gato y Conrado tiene que darse la vuelta. Nos despedimos y el resto seguimos nuestro camino.
Cartel informativo de la Laguna del Gato
Rodeamos Moralzarzal y viene la primera cuesta de las gordas, junto al camping los Herrenes. Jaime va el primero como si nada, Natalia, Simón y Diana suben juntos y yo regulo para poder llegar arriba de una pieza. Lo consigo, claro, y en lo alto disfrutamos de las vistas de la sierra en un mirador. Aprovechamos la parada para comer algo y discutir un poco. Natalia, que está loca, quiere ir hasta el embalse de Manzanares. Yo insisto en que prefiero hacer una ruta más corta para que nos diera tiempo de tomar una cervecita, que luego tengo casi una hora de camino hasta casa. Además llevamos ya 20 kilómetros, así que volver supondrá otros 20 y 40 kilómetros hacen una ruta más que digna, qué quieres que te diga.
Postureo ciclista del bueno
La idea de las cervezas convence al resto y nos proponemos ponernos de vuelta en dirección a Guadarrama. Pero no volvemos por donde hemos ido, la ruta la queremos hacer circular. Retomamos la pista por la que hemos subido para bajar por el otro lado del cerro y la pendiente es enorme. Además el suelo está rotísimo por el agua. Hay unas roderas enormes que nos obligan a extremar la precaución.
Llegamos al final de la cuesta y giramos a la derecha para dirigirnos hacia Cerceda. Poco después nos paramos. Jaime, que es el que va guiando al grupo, tiene un poco de lío porque tenemos que tomar un camino que él sabe tomar desde las afueras de Manzanares el Real… pero no desde donde estábamos. Así que improvisamos. El resultado es este que podéis ver en el mapa de Strava:
Lo rojo somos nosotros haciendo el gilipollas por el monte
No había forma de cruzar un arroyo de la de agua que llevaba. No te lo imaginas. Conseguimos llegar a la carretera M608. Había que cruzarla para encontrarnos el camino que queríamos tomar hacia el oeste, hacia Guadarrama. Yo, de momento, iba bien pero empezaba a acusar el paso de los kilómetros, no te lo niego. La cuestión es que Jaime no tiene claro por donde tirar y nos dice de ir por la carretera hasta una chopera que hay cerca de Manzanares donde él ya sabe situarse. A mí me jode porque añadía por lo menos 4 kilómetros más de ruta, que lo he medido en el track. Y además en la dirección contraria a donde queríamos ir. Así que suma otros 4 de vuelta. Vamos, todo mal.
Por fin encontramos el camino de marras. Se llama «Camino del Cerrillo del Caño», CCC para los locales. Y empieza, para mi desgracia, en cuesta.
Yo ya empezaba a estar notando una flojera interesante pero a base de ir mirando las excelentes vistas conseguía hacer kilómetros. Paramos en la ermita de San Isidro para comer algo, quien más, quien menos, ir al baño.
Mira la cara que llevo. Solo quería morirme
Seguimos por el camino, que llanea, hasta la carretera M617, junto a Mataelpino. Ahora toca rodar un poquito por asfalto. Y subir algunas cuestas que me acaban de destrozar. Salimos de nuevo a camino y como se empieza a hacer tarde Simón decide seguir por la carretera para acortar. Yo me hubiera ido con él visto lo visto, fíjate lo que te digo. Pero claro, allí y en aquel momento preferí seguir la ruta para mi desgracia.
Avanzamos por un sendero muy divertido que corre paralelo a la carretera. Ya nos da igual un charco más que menos, vamos de barro hasta arriba y las bicis suenan por todos lados. El sendero muere en la carretera. Volvemos a rodar un poco por la M617 hasta las afueras de Becerril de la Sierra. No voy a visitar tantos pueblos de la sierra en la vida, te lo digo yo.
A cada ratito me dicen que ya queda poco, que ya es dejarse caer hasta Guadarrama, que solo queda rodear aquella loma. Y yo, que llevo un tiempo en esto y además les conozco, no me lo creo. Siempre queda una última cuesta, pero bueno. Hago de tripas corazón porque ya estoy completamente fundido.
Rodamos ahora por otro sendero muy divertido, a pesar de picar ligeramente para arriba. Y de estar completamente inundado. Y de cruzarnos con un montón de senderistas que muy amablemente se apartaban para dejarnos pasar. Así sería la cara que llevaría yo. Subimos «la última cuesta» para llegar a lo alto de un cerro desde el que vemos el embalse de Navacerrada. Descenso rápido hacia el mismo y a rodearlo. Total, «ya es dejarse caer hasta el coche».
En el embalse había mil millones de personas echando la mañana del domingo porque hacía un día de lujo. Tuvimos que parar para echar una foto aunque a mí ya no me quedaban fuerzas ni para aguantar el teléfono. Pero mira qué sonrisa saco. Todo por vosotros, mis followers.
Estoy muerto aunque me veas tan lozano
Rodear el embalse es fácil pero el barro a veces nos dificulta la tarea. Descendemos rápidamente por pista hasta Collado Mediano, atravesamos el pueblo y Jaime y yo volvemos por carretera a Guadarrama mientras Natalia y Diana lo hacen por camino. No tardaron mucho más que nosotros en llegar, y eso que Natalia iba pinchada de atrás.
Track disponible en Wikiloc
El tramo en carretera entre Collado Mediano y Guadarrama terminó con mis reservas, pero lo hice a propósito. Siendo el último esfuerzo lo di todo siguiendo a Jaime, rondando buenos ratos a más de 30 Km/h. Pero justo antes de llegar, me quedé fundido y terminé la ruta por inercia.
Una coca-cola me tuve que tomar en su casa mientras lavábamos las bicis para que la cafeína me levantara el ánimo para poder conducir de vuelta a casa. Y no veas qué dolor de piernas por la tarde. Pero NO ME ARREPIENTO DE NADA. Así que… ¡Guadarrameños, id pensando en la próxima que me apunto!