De Colmenar Viejo a Manzanares el Real

Dejadme compartir con vosotros la crónica de una Ruta MTB de Colmenar Viejo a Manzanares el Real.

Para aquellos de vosotros, queridísimos lectores, que hayáis pinchado en la entrada atraídos por el jugoso final del título… aquí va esto:

 

 

Con esta altísima calidad de viandas terminó la espléndida ruta del pasado domingo. Y es que hay pocas cosas que nos gustan más a los Perdedores que los torreznos, pero dejad que os cuente lo acontecido con detalle y desde el principio que para eso hemos venido.

Con la idea de conocer zonas nuevas echamos mano de Wikiloc y encontramos un recorrido bastante amable desde Colmenar Viejo hasta Manzanares el Real y vuelta rodeando el embalse de Santillana.

 

Track disponible en Wikiloc

 

Poco más de 40 kilómetros y apenas 400 metros de desnivel positivo sonaban bastante bien, de manera que con ganas de vernos y de hacer una ruta juntos, como siempre, nos citamos a las 9 de la mañana.

 

 

La mañana estaba fresquita y con el cambio de hora el sueño hacía mella pero ni cortos ni perezosos (bueno… yo sí estaba un poco perezoso) Sergio, Ángel, Jaime, Raúl, Miguel y un servidor acudimos a nuestra ansiada cita semanal.

Tras los saludos protocolarios (guardando la distancia de seguridad y las recomendaciones de la OMS) comenzamos a rodar. La primera parte de la ruta transcurre en paralelo a la vía del tren que unía Madrid con Burgos pero antes de llegar a la misma descendemos por un sendero estrecho y muy técnico que nos pone las orejas tiesas desde el primer minuto. Una vez en las vías, rodamos cómodamente (a veces no tanto, cuando tenemos que rodar por encima de una cama de balastro) calentando las piernas y descubriendo (regalo inesperado) unas excelentes vistas de la sierra que yo al menos no esperaba.

 

 

5 kilómetros después abandonamos las vías del tren habiendo entrado ya en calor puesto que la pista no deja de picar ligeramente para arriba para girar a la izquierda y continuar por la llamada Cañada de Portilleras. Pasamos por encima del recién nacido río Manzanares y giramos de nuevo a la izquierda.

Nuestra ruta nos obliga a girar ahora a la derecha por la Colada de los Gallegos (Camino de Santiago) pero no podemos dejar de conocer el puente medieval.

 

 

En mi particular baremo otorgo muchos puntos al paisaje a la hora de valorar una ruta y de momento esta me estaba sorprendiendo muy gratamente.

Dejamos el puente atrás comenzamos la que será la ascensión más larga de la ruta, siempre por pista y sin rampas dignas de mención. Como es habitual, se forman varios grupos. Como también es habitual, me encuentro junto a Jaime en el de cola mientras Miguel y Ángel tiran del grupo. Raúl y Sergio hacen de enlace, dejándose caer de vez en cuando.

En un momento dado vemos cómo tres corzos aparecen corriendo por la parte izquierda, atraviesan nuestro camino y se estrellan contra la alambrada que hay a la derecha del camino tratando de atravesarla sin éxito. Asustados por nuestra presencia se golpean una y otra vez contra la malla metálica. Con la cantidad de ciclistas que poblábamos la zona no les barrunto una mañana tranquila a los tres pobres animales…

Nos reagrupamos a la altura de una fuente donde nos están esperando Ángel y Miguel. Tenemos que girar a la derecha para seguir ascendiendo disfrutando del paisaje de dehesa.

 

 

Rebaños de vacas nos contemplan sin inmutarse, acostumbradas como están a esos extraños seres de colores chillones que en vez de patas se desplazan utilizando unas cosas redondas y que se multiplican en su entorno durante los fines de semana. Rodamos en sentido norte aproximándonos, ahora sí, a uno de los puntos más altos de la ruta.

 

 

Llegados a este punto merece la pena desviarse apenas 200 metros para llegar a un mirador que Ángel conoce y que nos dibuja sin duda una sonrisa tonta en la boca. A nuestros pies, Manzanares con La Pedriza al fondo y el embalse rebosante de agua. A la izquierda, la Bola del Mundo, la Maliciosa… Unas vistas impresionantes. Nos tomamos unos momentos para disfrutarlas e inmortalizarlas.

 

 

Deshacemos un poco de camino para girar a la izquierda y encarar la bajada más técnica de la ruta que  pone a prueba nuestra habilidad para superar pasos por rocas y escalones. Como no, Raúl en vez de bajarlos los salta por encima. El resto, mal que bien, superamos el reto con relativo éxito y, por suerte, sin lamentar caídas, que no es poco decir.
La bajada nos deja a las puertas de Manzanares, en la calle de la Paz, en una de las colas del embalse. Vemos varias autocaravanas estacionadas sin duda disfrutando de un fin de semana (o tal vez vacaciones de Semana Santa) en un entorno tan impresionante como en el que nos encontramos.

 

 

Decidimos meternos en el casco urbano del pueblo para ver de cerca el castillo. Merece la pena visitar Manzanares el Real, aunque suele estar masificado, más aún estos días de confinamiento autonómico.

 

 

Ahora toca recorrer unos 10 kilómetros llanos bordeando el embalse por pista y sendero. No parece mal plan. Avanzamos con mucha diversión entre la carretera M608 y la orilla del embalse.

 

 

En algunos tramos el sendero se estrecha pero en todos los casos está limpio, nada de piedras, nada de raíces… el único obstáculo es algún charco o algún arroyo de vez en cuando. Curiosamente solo nos cruzamos con un par de ciclistas. Asombroso, siendo un domingo con un tiempo maravilloso y encontrándonos a pocos metros de uno de los principales núcleos urbanos de la zona.

 

 

Hablando de cruzar arroyos, en un momento dado Sergio, Ángel y Miguel se separaron de Raúl, de Jaime y de mí. Y al llegar a su altura vimos que nos esperaban al otro lado del vado de un arroyo que debía de tener al menos 40 centímetros de profundidad, con la cara reflejando ansia viva y la cámara grabando nuestra llegada para ver cómo cruzábamos… o mejor dicho, cómo acabábamos empapados por caernos o tener que echar pie a tierra en mitad del charcazo.

 

 

Pero como somos ciclistas con muy poco miedo al líquido elemento Raúl, que iba en cabeza del terceto de cola, se lanzó sin pensárselo mar adentro. Yo, que rodaba en segundo lugar, viendo que salía airoso de tan poco desdeñable encuentro con las aguas bravas, me lancé detrás suya sin pensármelo y a costa de pegarme un buen refrescón. Jaime, que no iba a ser menos sobre todo por el qué dirán, también le echó valor y se zambulló en el charco para disfrute de todos los allí presentes. Estas imágenes quedaron debidamente inmortalizadas para disfrute de todos los aficionados al ciclismo de montaña y de otros deportes acuáticos.

 

 

La carretera que debíamos tomar estaba inundada por la cola del pantano (lo habíamos previsto). Rodamos durante un par de kilómetros por la M608, que no es lo que más nos gusta del mundo pero a veces no queda más remedio. En la glorieta con la M862 giramos a la izquierda y pocos metros más adelante nos salimos del asfalto por la vía pecuaria.

 

 

En esta zona el recorrido perdía bastante atractivo, cierto es. La vía pecuaria nos giraba en una amplia curva hasta pasar por debajo de la M608. Un poco más adelante de la vía del tren y de la M609 para tomar una senda larguísima y de ligera subida que pasa junto a la cárcel de Soto del Real. Irónico disfrutar de una de las máximas expresiones de libertad, la bici de montaña, junto a un centro penitenciario.

 

 

Giramos a la izquierda para seguir rodando por pista hacia la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios. Cruzamos la M625 para rodear un recinto militar de los que salen difuminados en Google Maps y en el que vemos unos helicópteros bastante molones.

 

 

No podemos dejar pasar la oportunidad de fotografiarlos, naturalmente.

 

 

Rodeando el recinto nos encontramos con una cancela con la que no contábamos. Nos vemos obligados a rodar campo a través hasta otra pista que encontramos a pocos metros a la izquierda. Notamos el suelo está empapado bajo nuestras ruedas. La pista va girando en dirección suroeste hasta pasar por debajo de la M625. La cruzamos para encontrarnos una fuerte rampa con piso de asfalto del que ha visto mejores momentos. Jaime y yo, que hemos perdido contacto con el pelotón, remontamos como buenamente podemos. Hace tiempo que vemos las torres de Madrid al fondo. Nos sabemos en las afueras de Colmenar, así que la promesa de una cerveza fresquita nos infunde ánimos.

 

 

Otra vez reagrupados pasamos por debajo de la M607 por un húmedo túnel y comenzamos a rodar a buena velocidad por el Cordel de Cantalojas. Este camino nos aproxima a Colmenar. Rodamos a nuestros buenos 20 Km/h al ser ligeramente en descenso. Y casi sin darnos cuenta llegamos de vuelta al punto de partida donde nos espera la ansiada recompensa.

 

 

Qué gusto terminar una ruta con tiempo de sobra como para tomarse un par de rondas. Por supuesto, comentando los acontecimientos del día y la actualidad nacional e internacional. Hasta hubo tiempo para el arte en forma de bodegón ciclista (por Miguel).

 

 

En resumen, una ruta muy, muy recomendable. Asequible para la mayoría de practicantes con un mínimo de entreno. Ojo, no estoy diciendo que os vengáis con los niños porque no dejan de ser 41 Kilómetros. Con muy buenas vistas de la sierra y senderos divertidos. Todo esto con un desnivel que rondará los 400 metros y con un buen bar al final. Vamos… que seguro que repetimos.

Extra track: bajada desde el mirador hasta el embalse de Santillana.

 

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