¿Segunda bici para segunda residencia? Pros, contras y divagaciones.

Charloteando un día tonto en el grupo de WhatsApp de Perdedores BTT surgió (milagrosamente) un tema lo suficientemente interesante como para desarrollarlo en una entrada de este blog: ¿Es mejor tener una segunda bici en la segunda residencia o es mejor llevarse la bici «titular» allá donde vayamos? Vamos a analizar las ventajas y los inconvenientes de ambas opciones. Ya de digo que yo creo que es mejor tener una bici de segunda mano pero allá cada cual con lo suyo.

 

Quien más, quien menos tenemos acceso a una casita en el pueblo o a un apartamento en la costa para poder disfrutar de unos días libres de vacaciones con cierta recurrencia. Además, como nos gusta montar en bici, no es de extrañar que se nos pase por la cabeza disfrutar de alguna que otra ruta por los alrededores de esta segunda residencia.

Elegir entre transportar nuestra bicicleta «titular» o contar con otra bicicleta en nuestra localidad de destino es una decisión, creo yo, bastante ligada a la forma de ser de cada uno. Yo, por ejemplo, prefiero evitar transportar la bicicleta y tengo sendas bicis en las dos  casas a las que acudo frecuentemente cuando tengo unos días libres. Pero entiendo que os pueda surgir la duda y como el objetivo principal de este blog es la labor social vamos a tratar de ayudaros, confundidos e indecisos lectores, a tomar la mejor decisión en base a vuestra forma de ser y a vuestras necesidades personales.

 

Repito que estas valoraciones son de naturaleza 100% subjetivas y que al final cada cual le da el peso que considera a cada uno de los factores, así que entendamos estas reflexiones, simplemente, como aspectos a tener en cuenta.

Las cosas del transporte

Vamos a partir de la base de que a esta segunda residencia vamos a ir varias veces al año. De otra forma la decisión parecería clara a favor de llevar nuestra bici habitual evitando tener una segunda. Siendo que transportar la bicicleta se va a convertir en una actividad recurrente tendremos que tener en cuenta cómo efectuamos este transporte.

Evidentemente cumpliremos con las normas de seguridad de tráfico y de sentido común así que no llevaremos la bici malamente dentro del coche, lo que deriva en la necesidad de adquirir un portabicicletas del tipo que sea: de techo, de portón o de bola… y almacenarlo en casa cuando no lo usemos. Ojo con esto que parece una tontada pero menudos quebraderos de cabeza puede ocasionarnos el mamotreto del portabicicletas de bola si vivimos en un piso sin trastero.

En mi Dacia Logan Break íbamos 3 bicis y 3 ciclistas quitando solo las ruedas delanteras

 

Una desventaja de transportar una bicicleta durante un viaje largo es que si paramos a comer o a tomar un café no podemos despistarnos y dejar la bici montada en el portabicicletas por muy bueno que sea el sistema antirrobo que tengamos. Yo me pensaría mucho dejar mi bici «de cabecera» en el aparcamiento de un restaurante de carretera durante la hora de la comida sin tenerla a la vista. No solo por el valor económico en caso de robo, sino por el disgustazo de perder uno de los objetos que mas satisfacciones me proporciona, que he comprado y customizado a mi gusto durante años y con la que me encuentro 100% en sintonía.

El incremento en el consumo de combustible si usamos un portabicicletas de techo es un factor menor, pero a tener en cuenta. Cuidado también, si usamos este tipo de portabicicletas, a la hora de pasar por puertas de aparcamientos subterráneos o a la hora de aparcar el coche a la sombra en los típicos aparcamientos de las áreas de descanso con restauración. Y si el portabicicletas es de bola habrá que tener cuidado con maniobrar marcha atrás y a la hora de aparcar en batería en calles estrechas porque el portabicicletas puede sobresalir más de la cuenta.

Sí, la foto es una mierda. El Bombi se ha currado un sistema muy original para transportar la bici con seguridad dentro del coche.

 

Adquirir un portabicicletas para nuestros desplazamientos con bicicleta a la segunda residencia nos abre un abanico de posibilidades. Tiene el efecto secundario de facilitarnos la vida a la hora de transportar la bici o las bicis de la familia en cualquier circunstancia. Para un fin de semana a una casa rural, para una excursión de un día cerca de nuestra residencia.

El mantenimiento

Si somos personas decentes de las que se visten por los pies tendremos nuestras bicicletas razonablemente bien mantenidas. Dedicamos tiempo a lavarlas, lubricarlas, renovar el líquido de las ruedas… hacerles el mantenimiento requerido a fin de cuentas. Lo haremos nosotros mismos (yo lo considero una parte «disfrutable» de este deporte) o encargaremos estas tareas a un taller, pero raramente tendemos la bicicleta «titular» en mal estado.

En cambio, si hablamos de la bicicleta de la casa del pueblo puede pasar que cuando vayamos a echarle mano no esté en condiciones. Las ruedas, casi seguro, habrán perdido la presión, pero esto es fácil de solucionar. Más complicado será si tenemos que meterle presión a horquillas o amortiguadores porque estaremos obligados a transportar la bomba de alta presión o a adquirir una segunda bomba para la casa del pueblo. Esto mismo pasará con el resto de herramientas. Si tenemos una segunda bicicleta para evitar transportar nuestra montura habitual nos generamos la necesidad de procurarnos un set de herramientas de mantenimiento.

Mini-Kit para llevar en la mochila. La bomba es muy bonita pero no es muy operativa que digamos…

 

También puede suceder que en nuestros desplazamientos, si tenemos otros compromisos, no tengamos tiempo para dedicarlo al mantenimiento. Y si tenemos que acudir a un taller puede pasar que si estamos en un entorno rural las opciones escaseen.

Por ejemplo, en Conquista (Córdoba), donde mi familia tiene una casa, no hay ni tienda ni taller. El más cercano está en Villanueva de Córdoba, a apenas 16 kilómetros… Pero si voy al pueblo por 4 días, generalmente dos de ellos es fin de semana y tengo que llevar la bici al taller difícilmente podré recogerla un lunes o un martes. De manera que si tenemos una segunda bicicleta y esta requiere de mantenimiento, o bien lo hacemos nosotros o bien nos la tendremos que traer a nuestra residencia habitual (la bici o la pieza necesitada de mantenimiento, como puede ser el caso de la horquilla) si acaso tenemos que llevarla al taller.

El aspecto económico

Mientras que transportar nuestra bici prácticamente solo nos genera el coste asociado al leve incremento en el consumo de combustible (despreciable a lo largo del año) y la adquisición, si acaso no lo tenemos ya, de un portabicicletas adecuado, contar con una segunda máquina conlleva duplicar el coste de bicicleta y equipación… O tal vez no tanto, como veremos en los siguientes puntos. Pero en cualquier caso no sería lógico evitar transportar la bicicleta pero sí transportar casco, gafas, ropa, etc.

De manera que lo más lógico, si hemos decidido hacernos con una segunda bicicleta, es hacernos con una segunda equipación. Sumando, tenemos el coste de la bici, el coste de las herramientas necesarias para un mantenimiento mínimo y el coste del equipamiento incluyendo ropa, protecciones (casco, guantes, gafas…) y, por supuesto, kit de herramientas para la ruta, como multiherramienta y kit de reparación tubeless o parches y cámara de recambio.

Ojo, que todo lo que te ahorres en chismes de bicis te lo puedes gastar en cervezas.

 

A fin de cuentas, este parece uno de los aspectos más indiscutibles. Sale sin duda mucho más barato transportar nuestra bicicleta (a no ser que nos la roben en el aparcamiento del restaurante de carretera).

¿Qué pasa con el resto del equipo?

Como hemos dicho en el punto anterior, si transportamos nuestra bicicleta también tendremos que transportar el resto de la equipación. Sería raro que pensáramos en llevar la bici a cuestas pero evitar mover la equipación disponiendo de una segunda en nuestra casa de descanso. Y si los Perdedores somos algo, eso es coherentes.

Yendo un punto más allá, si a la segunda vivienda solo vamos en verano servirá con tener una equipación ligera que podemos incluso lavar a diario porque se secará de un día para otro. Pero si a la casa de vacaciones vamos durante todo el año con intención de disfrutar del ciclismo de montaña tendemos que disponer de equipación de invierno y equipación de verano.Esto supone muchas cosas: maillots largos y cortos, chaqueta, cortavientos, culottes largos y cortos, guantes de invierno y de verano, bragas para el cuello, impermeable, zapatillas, cubrebotas…

Es 100% lógico no duplicar equipamiento tecnológico de elevado coste como un GPS o una GoPro. Estos dispositivos ocupan poco en nuestro equipaje y sería de tontos (o de gente con mucho dinero) tener un GPS en cada casa… A no ser que en la segunda vivienda tengamos el que hemos «desechado» de la primera, como veremos en el siguiente punto.

Por contra, si decidimos transportar todos los «avíos» junto a la bici tendremos que contar con un «bulto» mas en nuestro equipaje.

Ciclista estándar de viaje a su segunda residencia

La calidad del banquillo

Este es uno de los puntos más interesantes que debemos discutir. ¿Vamos a tener en nuestra segunda residencia una bici (y un equipamiento y toda la vaina que ya hemos comentado en puntos anteriores) equivalente en precio/calidad/prestaciones a la de la vivienda habitual?

Si tenemos el dinero por castigo seguramente sí… Pero los Perdedores somos pobres como ratas (o al menos tenemos mentalidad de pobre). Si nuestra opción es adquirir una segunda bicicleta para la segunda vivienda evaluamos con mucho detenimiento qué uso le vamos a dar y con qué frecuencia (importantísimo). Me pongo de ejemplo. A Conquista voy cuatro o cinco veces al año. Allí he tenido diferentes bicicletas pero nunca una demasiado cara. La primera que tuve fue una BH Top Line que compré expresamente para llevarla allí. 75€ me costó de segunda mano en el año 2003, si no recuerdo mal. También tuve una Ridley de ciclocross modificada para hacerla más versátil y finalmente una Kona Explosif de 1994 actualizada para hacerla más cómoda. Ninguna de estas bicicletas tiene gran valor económico pero son (o han sido) suficientes como para darme muchas satisfacciones en mis rutas cordobesas.

Si encontráis el punto de enfoque, decídmelo porque yo no he sido capaz

 

Cerca de Las Navas del Marqués tengo una casa. Antes iba cada fin de semana y por lo tanto tenía allí la bici «buena». Al dejar de ir con tanta frecuencia la bicicleta que tengo allí es la ex-titular, por decirlo de alguna forma. Una 26″ de aluminio bastante ligera y plenamente funcional. Miguel ha hecho lo mismo este verano y ha disfrutado de rutazas de auténtico ciclismo de montaña en Galicia con su Corratec. Una bici que ya tenía prácticamente acumulando polvo tras haberse comprado primero la Alma y luego la Oiz. Es perfectamente entendible que las bicicletas o equipación/accesorios que vamos a utilizar en nuestra segunda residencia sean los que vamos retirando del uso de la vivienda habitual. Si compramos una chaqueta nueva, llevamos la vieja a la segunda residencia para seguir dándole uso, por ejemplo,

Y si necesitamos algo para este uso esporádico es también bastante razonable acudir a Aliexpress. O a la excelente relación calidad-precio de Decathlón para cubrir nuestra necesidad con garantías (al menos si vamos a Decathlón) sin hacer un gran desembolso.

Los intangibles

No podemos dejar de evaluar los factores intangibles. Uno de ellos es la nostalgia. Os he comentado que en Conquista uso una Kona Explosif.  De lo primero que hago cuando llego a esa casa es ir a verla, solo por mirarla. Se me pone la sonrisa en la boca . Y lo mismo me pasa cuando me pongo el típico maillot viejo que he retirado del cajón de la ropa de la bici de Madrid. Y no te digo nada cuando cojo la mochila Rockrider, la primera mochila para ciclismo que tuve. Ese tipo de cosas tan personales cuentan mucho para mí. Al menos con esta bici, con otras no tengo tanto apego, eso está claro, y renunciaría a ellas sin dudarlo. Hace tiempo que superé el famoso síndrome de Biciógenes.

¿Habéis vuelto a utilizar una bicicleta rígida de aluminio de 26″ tras años de usar una doble de carbono de 29″? Yo, sin duda, no volvería a la bicicleta antigua. Pero este verano he tenido ocasión de utilizar con frecuencia mi querida RCZ y me ha encantado.

 

En ocasiones puede suceder que llevemos la bici a cuestas y un imprevisto nos impida disfrutar de la ruta que teníamos planeada. Acabaremos habiendo transportado la bicicleta y la equipación en balde. Si tenemos una bicicleta en nuestro destino parece que nos ahorramos este mal trago.

¿Se os ocurren más factores a favor o en contra que no hayamos tenido en cuenta? Dejadlo en comentarios, dadle a «like» y suscribiros… ¡Ah, que esto no es aquí!

0 comentarios en “¿Segunda bici para segunda residencia? Pros, contras y divagaciones.”

  1. Muy buena reflexión. Aunque yo he terminado prefiriendo llevarme la bici buena a todos lados el hecho de tener una bici en el pueblo a la que le tienes cariño tb te propicia meterle mejoras que vas quitando de tu bici principal (si son componentes compatibles, claro) y vas mejorando tb la bici del pueblo. Además si te gusta la mecánica es algo divertido y echas el rato en vacaciones.

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