Ruta nocturna en bicicleta con niños

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Pocas cosas hay tan divertidas como hacer una ruta nocturna con niños. Ya verás, ya.

 

Bromas aparte, hoy queremos hablar sobre una experiencia que debéis vivir si sois aficionados al ciclismo con niños: una ruta nocturna. Los Perdedores hemos hecho varias grupales y muchas individuales (quien más quien menos) y siempre lo hemos pasado muy, muy bien:
 

 

Porque por la noche (que a algunos les confunde), con la falta de visión, otros sentidos se agudizan. El campo huele distinto, las diferencias de temperatura (por ejemplo entre una vaguada y una zona asfaltada) se notan muchísimo, hay sonidos que no se escuchan durante el día. Puede ser, incluso, que veamos algún animal que no veamos durante el día. Y, especialmente, rodar es mucho más emocionante. Y esto tienen que vivirlo los niños porque si a los mayores nos engancha, los niños no daban crédito. Vivieron una aventura, como quien dice, a la vuelta de la esquina.

 

Sergio y yo tenemos focos que ofrecen ciertas garantías, pero para hacer a los pequeños partícipes les compramos unos focos en un bazar chino. No recomiendo esta compra, los tres focos se rompieron por el mismo sitio: por el carril que une el foco a su suporte de manillar. El primero en romper, el de Alicia, duró unos 200 metros solamente. Pudimos mantenerlos en su sitio con gomas elásticas pero, repito, no los compréis ni locos porque son una auténtica mierda. Además usan muchas pilas. Cada foco frontal usa 4 pìlas AAA. Los traseros, los rojos, dos pilas AAA. Las pilas no vienen incluidas.

 

 

Tampoco iluminan mucho, pero esto ya lo suponíamos. La idea, como digo, era hacerles partícipes de la experiencia al 100%.
Salimos de casa sobre las 18:00. En esta época del año anochece sobre las 21:00. La idea era llegar hasta el parque de Polvoranca, cenar allí en un merendero, dejar que los niños jueguen hasta que cayera la noche y volver ya con oscuridad.

 

 

Para acarrear la merendola Sergio llevaba una mochila a la espalda. Yo llevaba la bicicleta que he preparado para este tipo de salidas, con alforjas. Quería probar qué tal iba y reconozco que tengo que mirar la transmisión porque no va del todo fina.

 


 
Se puede llegar al Parque de Polvoranca por carril bici en unos 20 minutos a ritmo infantil pero preferimos aumentar un poco la distancia y llegar dando un rodeo. Así que tomamos camino del parque lineal del Butarque, continuamos por el parque de las presillas ya perteneciente a Alcorcón y giramos a la derecha para dirigirnos finalmente a Polvoranca por el carril bici de la Ronda Norte a la altura del barrio de La Poza del Agua.

 

 

Hacía muy buena tarde y, será consecuencia de la pandemia, como decía Sergio, que estaba todo abarrotado de gente. Tal vez nos hemos dado cuenta a las bravas de que se está mejor en el campo (parque) que en el centro comercial.

 

 

Cuando surgieron las primeras preguntas del tipo «¿Cuándo llegamos?» o las primeras afirmaciones del tipo «tengo hambre» hicimos una parada técnica para mantener alta la motivación y distraer la atención. Apenas 10 minutitos para escalar un par de veces una pirámide de cuerda

 

 

Y para que Sergio trasteara con la bici de Lourdes. A pesar de ser de su talla se extraña mucho de la anchura y altura del manillar, siendo una bici de rueda de 29″, en comparación con su veterana Rockrider 8,2 de 26″.

 

 

Llegamos a Polvoranca sobre las 19:30 y el aparcamiento estaba abarrotado. No habíamos llevado una manta para tirarla al suelo y tuvimos dudas de si encontraríamos un merendero libre, pero por suerte hay tantos que no tuvimos problemas y enseguida estuvimos acomodados en uno de ellos. Laura y yo nos acercamos al quiosco a por unos refrescos y unas cervezas y como veníamos con hambre nos pusimos a comer.

 

 

 

Bocatas, empanada, tortilla, ensalada de pasta, queso, morcilla… todo sabe mucho mejor al aire libre después de dar pedales. Eso es un hecho constatable aunque no haya, que no sé si los hay, estudios que lo demuestren.

 

Los niños tardaron poco en saciarse y se fueron a jugar a unos columpios que había al lado de donde estábamos y los mayores nos quedamos pasando frío. La temperatura en el parque es dos o tres grados más baja que en las calles pepineras y eso se nota. A pesar de llevar mangas largas, estando parado se quedaba uno frío.

 

 

Cuando el sol se había metido y ya había suficiente oscuridad decidimos ponernos en marcha. Pero en vez de volver directamente decidimos dar una vuelta al perímetro exterior del parque porque no habiendo farolas solo tendríamos nuestros focos para iluminarnos mientras que en la ciudad podríamos rodar por el carril bici relativamente bien iluminado.

 

Apenas serían un par de kilómetros, pero supieron a gloria. Nocturnidad 100%. La pista exterior es ancha y las  tres niñas rodaban en cabeza en paralelo (peligroso).

 

 

 

Alargamos el momento de diversión lo máximo posible y finalmente salimos del parque con una sonrisa en la boca. Tomamos el carril bici y pusimos rumbo a casa. La adrenalina corría por las venas de las niñas que sin conocimiento se lanzaban cuesta abajo sin apenas ver y sin conocer el camino, lo que produjo una caída, por suerte sin consecuencias, al clavar Ali la rueda delantera en un banco de arena.

 

Llegamos a casa en torno a las 23:00 tras recorrer unos 23 kilómetros.

 

 

Y, como no, la foto final para recordar la aventura vivida por los siglos de los siglos.

 

 

 

Como decía al principio, si salís en bici con niños pensad en preparar una ruta nocturna. Ya sabéis, un recorrido conocido y sencillo que las sorpresas se pueden presentar solas y por la noche se resuelven peor que por el día. Es una experiencia que no os defraudará a vosotros los adultos y mucho menos a los niños. Los nuestros se lo pasaron pipa y quieren repetir. Y Lourdes, que para ella también fue la primera ruta nocturna y acabó diciéndonos a Sergio y a mí que para cuando la próxima y que pensáramos en un recorrido diferente. Tendremos que planearlo, claro. ¿Quién se apunta?

0 comentarios en “Ruta nocturna en bicicleta con niños”

  1. Doy fe que se lo pasaron muy bien. Estas aventurillas dejan su posillo en la memoria. La próxima la podemos hacer más por el campo para que experimenten mejor la oscuridad y el silencio ( aunque esto es imposible porque no se callan ni debajo del agua):)

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