Ciclismo de montaña por el Parque Nacional de Doñana

Este año el destino elegido para la semana de camping ha sido Huelva y no podía dejar pasar la oportunidad de llevarme una bici y hacer una ruta MTB por el Parque Nacional de Doñana. No hace falta explicar mucho sobre Doñana, solo dejaré un enlace para que el lector curioso ahonde si ese es su deseo.

¿De qué va la cosa?

Como la bicicleta iba a pasar horas desatendida en la parcela del camping, aunque nunca he tenido ningún problema de robos he preferido llevarme la RCZ que es una bicicleta de calidad con la que puedo hacer rutas con garantías pero, por desgracia, como buena 26″ de aluminio no tiene apenas valor económico. 🙂

La RCZ es buena bicicleta para este tipo de excursiones

Y la ruta a recorrer, decidida previamente en Madrid con la ayuda de Wikiloc, fue esta publicada por el usuario David Atenas:

Ruta disponible en Wikiloc

 

Madrugón

Ni corto ni perezoso, al día siguiente a nuestra llegada, me levanté a las 7 y sin tomar siquiera un café me vestí de ciclista y salí del camping para perderme (figuradamente) por esos preciosos parajes del Parque Nacional.

Esta mantis que descansaba encima de la garrafa de agua me dio los buenos días

 

Crucé la carretera A-494 y pasé por una puerta que estaba cerrada, tal y como quedó a mi paso. No había nadie y se me pasó por la cabeza que tal vez estaba yo infringiendo alguna norma habiendo pasado a través de esa cancela… pero no había señal alguna que lo prohibiera. Pero como ignorar las normas no le exime a uno de su cumplimiento… iba yo con la mosca detrás de la oreja.

Ese cielo plateado

El sol no quería salir y se intuía plateado detrás de unas densas nubes. La fotografía (por falta de talento del fotógrafo y mala calidad de la cámara) no capta lo fantástico del escenario. Un amanecer nuboso digno de mención. Perfecto, además, para la práctica del ciclismo porque no hacía nada de calor.

Sol plateado, como sacado de una película de Ciencia Ficción

 

Enseguida me di cuenta de que la ruta va a consistir en enlazar una pista con otra hasta completar los poco más de 30 kilómetros de recorrido. Perfecto para los amantes del gravel. Además me vi obligado a rodar por el borde del camino porque es el único sitio por el que el firme no presenta el rizo típico de los caminos que han sido muy transitados por coches. Insoportable con una bici rígida de 26″.

Esto fue el 95% de lo que vi durante mi ruta

 

Sorprendí con mi presencia a varias familias de ciervos que huyeron como locos ante la aterradora imagen de un animal que no conocen, bastante silencioso, mitad orgánico mitad metálico y que se desplazaba como deslizándose por el camino. Traté de captar el momento y grabé un vídeo pero la calidad del mismo es tan malísima que solo se distingue tres borrones oscuros en el camino que lo mismo podrían ser ciervos que patos.

La cosa no marcha

Me costaba bastante conseguir llegar a los 20 Km/h. La pista no era mala, pero no avanzaba al ritmo que quería. Sin duda con la bici de 29″ ruedo más rápido que con esta de 26″, pero no es normal lo despacio que iba. Y las manos, sobre todo la izquierda, se me empezaron a dormir y a cada poco tenía que cambiarla de posición para recuperar la sensibilidad. Tengo que revisar la presión de esa horquilla porque yo creo que va muy dura.

 

Hay multitud de carteles indicativos para facilitar la llegada del visitante a los lugares clave

 

Se me empezó a hacer monótona la ruta y eché en falta no haber llevado los auriculares para distraerme con algún podcast en mi rodar por pistas, todas iguales, atravesando parajes inalterables. Llegué a una conclusión bastante triste: no me gusta el Parque Nacional de Doñana. No dudo que desde el punto de vista biológico tenga tantísimo valor como para haber sido declarado Parque Nacional, Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad… pero a mí no me está gustando (para mi desgracia).

Tampoco es que tuviera unas expectativas altísimas, pero es que durante mi ruta el paisaje solo cambió cuando pasé por una zona con eucaliptos. Porque el resto fueron todo pinos, pinos, pinos y mas pinos. Tal vez (quiero creer) no pasé por los lugares más bonitos por haber elegido una ruta que me cuadraba por localización y kilometraje sin pararme a analizar si pasaba por los sitios clave del Parque Natural… vete a saber.

¡Esto sí que no!

Pero una cosa no quita la otra, es un lugar que hay que respetar. Y digo esto porque hacia la mitad de la ruta adelanté a un 4×4 con dos operarios que iban recogiendo basura de los laterales del camino. La mera existencia de ese servicio de limpieza ya cabrea porque… ¿Quién cojones es tan cerdo como para tirar basura en el campo? más aún tratándose de unos de los Parques Nacionales más famosos de España (si no el que más). Pues sí… al adelantarles me fui fijando y vi botellas de leche, latas de refresco, bolsas de plástico…. residuos NUEVOS ahí tirados al borde del camino. Para flipar que en 2022 aún haya gente tan poco concienciada, pero bueno, así nos luce el pelo.

Iba rodando por la pista de la izquierda hasta que vi a dos ciclistas usar el sendero

 

Al menos, pude disfrutar de un sendero chulo casi al final de la ruta, que, por cierto, acabé por carretera, ya con calor y deseando terminar para desayunar y refrescarme un poco. Una ligera brisa había soplado en contra de mi marcha durante una buena parte de la segunda mitad del recorrido haciendo aún más penosa mi experiencia.

En el remolque-tienda di buena cuenta de ese desayuno merecido y luego nos fuimos a darnos un chapuzón a la piscina, que tampoco estuvo mal.

 

Para quitarme el mal sabor de boca aún hice otra salida durante mis vacaciones onubenses.

¡No os perdáis el próximo capitulo!

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