De Leganés a Boadilla del Monte

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No sé si os he contado que tenemos en la cabeza un reto perdedor para esta primavera: llegar en bicicleta a Toledo saliendo desde Leganés. Ya comentaremos más en detalle este singular acontecimiento, pero está claro que esa distancia empieza a ser exigente y no se cubre con garantías sin cierto entrenamiento. De manera que en las últimas semanas hemos empezado a incrementar el kilometraje de nuestras salidas en bici y una ruta MTB de Leganés a Boadilla del Monte es un excelente entrenamiento. Y como no lo conocemos demasiado bien perderse en sus caminos como hicimos el pasado sábado 12 de marzo fue una experiencia altamente recomendable. Pero comencemos por el principio.

 

 

Daban lluvia el domingo así que optamos por quedar el sábado. La idea era ir a ver al primo Christian y que nos sacara de ruta rodadora por los alrededores de Los Hueros pero el viernes por la tarde tuvo que cancelar porque se le puso malo Leo, el niño pequeño.

 

Track disponible en Wikiloc

 

De manera que, quedando pendiente esa visita para próximos fines de semana, decidimos salir a rodar desde nuestro barrio y hacer una ruta parecida a la que Sergio y yo hicimos el fin de semana anterior, llegando hasta Boadilla, esta vez con la compañía de Javi, al que os presenté en la última ruta y al que veréis mucho de aquí en adelante en este, queridos lectores, vuestro blog.

 

 

Comenzamos a las 9:00 con la idea de llegar a Boadilla atravesando la Ciudad Financiera del Banco Santander llegando por los caminos de la venta La Rubia como hemos hecho millones de veces. El viernes llovió con ganas pero no estábamos encontrando demasiado barro, hecho que agradecimos. No hacía nada de viento y la temperatura era agradable. Unas condiciones excelentes para practicar este deporte.

 

 

Los primeros kilómetros pasaron muy rápido y antes de darnos cuenta nos habíamos plantado en Boadilla. Es lo que pasa cuando la conversación y la compañía son del gusto de uno, que los kilómetros pasan como si nada. Tras pasar por la tapia del jardín del palacio del Infante Don Luis cruzamos el llamado Arroyo del Nacedero por un coqueto puentecito de madera y tomamos el camino de la derecha con la idea de rodear el monte. Enseguida empieza a picar hasta arriba, sube hasta la urbanización Montepríncipe, y Javi, que está bastante más fuerte que Sergio y que yo, nos deja atrás a la mínima que el desnivel exige un poco más de la cuenta.

 

 

En el Monte de Boadilla hay muchísimos senderos… pero están cerrados con ramas. Se ve que, como pasa con la Casa de Campo, está prohibido su uso ciclista. Es lo que hay. Seguimos rodando por la pista exterior, sin perder cota, junto a las alambradas de los chalets. Tras un repecho giramos a la derecha y el camino comienza a descender. Pasamos junto a una una pila de leña descomunal, recuerdo de Filomena, y otro repecho nos vuelve a calentar las piernas, junto al Hospital Montepríncipe. Subimos hasta la altura de la carretera M513 y en un rápido descenso, siempre por pista, llegamos al complejo deportivo Ángel Nieto.

 

 

Pasamos por debajo de la carretera. Llevamos unos 25 kilómetros así que decidimos recorrer algún camino pero sin alejarnos demasiado porque tenemos que volver y tampoco pretendemos hacer 70 kilómetros. Giramos a la izquierda para comenzar a subir otro repecho. No es esta una ruta que tenga subidas largas pero tiene alguna que otra que te calientan las piernas bien.

 

 

Los caminos están marcados con postes con flechas azules y en esta parte sí que el barro comienza a hacer acto de presencia. Será porque hay más tierra que arena, claro, y en algún tramo tenemos que prestar atención porque las ruedas resbalan de lo lindo. Pasamos junto a un par de árboles singulares, el segundo de ellos un alcornoque donde hacemos la única parada de la ruta para hacernos una fotito y quien más, quien menos, echar una meadita.

 

 

Rodamos girando siempre en sentido «horario» hasta que llegamos de nuevo a la M503. Volvemos a cruzarla por el mismo paso inferior y ponemos rumbo de vuelta. Pero no volveremos exactamente por el mismo sitio. Si bien pasaremos junto a la ciudad financiera rodamos a la vuelta por caminos que se encuentran más hacia el oeste. El último cuestón de la jornada nos lo encontramos justo al salir de Boadilla. Nos cuesta en algún tramo mantener la tracción por culpa del barro.

 

 

Como no, Javi se adelanta y nos espera arriba a Sergio y a mí que llegamos con el corazón en la boca.

 

 

Y el barro hace acto de presencia definitivamente. La pista que atraviesa la venta La Rubia es un lodazal por el que cuesta trabajo rodar sin caerse. Y eso que la han arreglado hace muy poco.

 

 

Pero ya queda poco y además es cuesta abajo. Ya vislumbramos en nuestras cabezas la merecida recompensa en forma de jarra de cerveza. Pero antes tenemos que pasar la última prueba: como ya es tradición en nuestras subidas, antes de llegar a casa tenemos que subir la cuesta del cementerio. Es una costumbre bastante tonta porque lo que menos apetece después de 50 Km es meterse un calentón como ese. El cuádriceps de mi pierna derecha amenazó con acalambrarse, de hecho.

 

 

Y finalmente… la cara de la felicidad. La mejor manera de terminar una ruta. ¡Y que sean muchas las que vengan!

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