Siguiendo con nuestro periplo viajero cogí una semana de vacaciones para despedir al verano en la playa y no podía dejar pasar la oportunidad de explorar la Vía Verde de Denia.
Verano ciclista
El año pasado fuimos a la playa en junio y al acabar el verano, dos meses después, quedaba tan lejos el recuerdo de nuestra estancia playera que nos apetecía volver de nuevo, pero había pocos apartamentos libres y los precios estaban por las nubes, así que nos quedamos con las ganas. Por eso este año (y creo que de aquí en adelante) hemos elegido la última semana de agosto para venir a la playa de manera que el recuerdo perdure al menos hasta octubre. Así de simples somos las personas a veces.
Total, que como habíamos llevado las bicicletas al pueblo para participar de una ruta nocturna familiar organizada por el Ayuntamiento (aquí os lo contaba) y fue que nos vinimos a Denia directamente desde el pueblo las bicicletas se vinieron con nosotros. Y como esto era un hecho conocido de antemano me tomé la molestia de buscar una ruta que por perfil y distancia pudiéramos hacer los cuatro y encontré esta del usuario fjbaq:
Además de ser muy llana contaba con el aliciente de terminar en una piscina natural, la Font Salada. Hay que gestionar la motivación de los niños para hacer este tipo de actividades y un bañito a mitad de ruta es algo suficientemente estimulante. Si es poco, sabiendo que junto a la piscina hay chiringuito, la promesa de un helado puede hacer el resto. Esto mismo es aplicable a los adultos sustituyendo, llegado el caso, el helado por una cervecita. O no, que un heladito en verano siempre triunfa.
Vamos a ver qué tal se da
Siendo este el planteamiento tomé la decisión de hacer una primera visita de exploración porque embarcar a la familia al completo en una expedición de 38 kilómetros a ciegas, sin conocer los caminos, me parecía arriesgado. Así que la primera mañana de las vacaciones me levanté a las 7:30, me vestí y sin siquiera tomar un café cogí la bicicleta de Lourdes y me puse en marcha.
De esta bicicleta os hablé aquí. La monté pieza a pieza para Lourdes y sin ser una bici que destaque en nada en especial cumple perfectamente en cualquier situación. Eso sí, la horquilla está rota. Ha perdido todo el aceite del cartucho y habrá que cambiarla. Se trata de una SR Suntour bastante básica. A ver si la que venga nueva mejora sus prestaciones.
La bici me queda pequeña, es talla mediana, pero subiendo la tija puedo rodar con ella con comodidad. Eso sí, olvidé que lleva el sillín con la punta ligeramente para abajo por petición expresa de la dueña que va más cómoda así pero a mí se me escurría el culo hacia delante. Y no cogí herramientas para corregir la posición, así que con este puntito de incomodidad que fui todo el camino.
Alcanzando la Vía Verde de Denia
La ruta de Wikiloc comienza en Denia pero el apartamento que tenemos alquilado esta semana está en la carretera de las Marinas así que tengo que improvisar hasta encontrar la Vía Verde. Nada que echando mano de Google Maps no podamos resolver fácilmente. A esta hora apenas hay tráfico, así que me permito rodar por la carretera de las Marinas sin temor (no me gusta ir por la carretera). «Intercepto» la Vía Verde a la altura del kilómetro 4.
La Vía Verde de Denia es cortita, de apenas 6 kilómetros y va desde Denia hasta Els Poblets. Puedes ver su descripción en la web oficial de
Vías Verdes. Tiene algún tramo de uso compartido con vehículos a motor (no me crucé con ninguno) y el firme es de gravilla en razonable buen estado, tiene su señalización, su área de descanso, sus carteles informativos… vamos, una Vía Verde al uso. Aburrida, pues es una recta infinita que hay que tomarse con calma porque de monótona le saca a uno el mal humor. A no ser que seamos capaces de poner el piloto automático y echar a rodar pensando en nuestras cosas sin preocuparnos por el camino, que a veces es una experiencia muy reconfortante, ojo con eso.
La Vía Verde nos lleva hasta El Verger. Rodamos un rarito por el núcleo urbano hasta encontrar el carril bici que nos saca de la localidad. Por el carril bici, que discurre en paralelo a la carretera CV-700 rodamos unos 5 kilómetros hasta, a la altura de una gasolinera, cruzar la carretera para meternos en el
Parque Natural de la Marjal de Pego-Oliva.
¿Qué es un marjal?
Un marjal, según la Wikipedia que todo lo sabe, es una zona húmeda, generalmente cercana al mar, de gran riqueza tanto en fauna como en flora. Estas zonas húmedas a menudo son estaciones de paso en la migración de las aves entre el norte de Europa y África. Dejamos de rodar por el asfalto del carril bici y salimos a las pistas del parque natural. Enseguida se me tuerce el morro porque hay muchos charcos, mucho barro y pedrolos por sortear. Con la bicicleta de rueda de 29″ no tengo demasiados problemas en superar obstáculos, pero con la de 24″ que llevaría mi hija Alicia… malamente. Como no traje el GPS estoy usando Wikiloc para navegar y voy atento a sus indicaciones, pero aún así me pierdo un par de veces.
La mayoría de las pistas discurren entre dos muros de juncos. Agradezco la sombra que me proporcionan, pero el paisaje deja bastante que desear. Bueno… la ausencia de paisaje porque no consigo ver nada a través de las cañas. Sí me sorprendo de vez en cuando con el ruido de algún ave que sale volando espantada a mi paso. Pero a veces cambio de dirección y la escena se abre y la ruta me regala la vista de un arrozal, por ejemplo, de un verde que llama la atención y que por supuesto la mierda de cámara de fotos de mi teléfono no capta.
La Font Salada
La ruta está balizada con el estándar de IMBA. A pocos metros de llegar a mi destino veo indicaciones hacia la Font Salada.
Pero no tengo muy claro cómo seguir. Cruzo a pie por encima de unas esclusas y recorro los escasos metros que me separan de la Font Salada.
No serán las nueve de la mañana y ya hay gente disfrutando de un bañito. Yo no he traído bañador pero no me resisto a meter los pies en remojo.
Se está muy bien, pero decido no hacer la excursión con la familia porque la zona del marjal no me parece que tenga el firme en condiciones. Pero vendremos en coche.
No puedo irme sin…
Me marchaba cuando el olor a café detiene mi avance como el mejor de los frenos del mundo. No puedo resistir la tentación y pido un cafelito con leche en el chiringuito.
Y una vez consumido, comienzo la vuelta por el mismo camino que he recorrido para venir. Sin echar mano del teléfono en cada cruce me lleva menos tiempo el camino de vuelta, lógicamente, que el de ida. Ya empieza a apretar el calor y se nota que es más tarde porque empiezo a cruzarme a más gente. Mas ciclistas, más tráfico…
Llego al apartamento y me quito el culote para ponerme el bañador. Me remojo en la ducha de la piscina antes de zambullirme para quitarme el sudor y el polvo del camino y el refrescón me sabe a gloria bendita. Y tengo todo un día de vacaciones por delante que continúo desayunando en la terraza mientras les cuento la ruta a Lourdes y las niñas. ¡La esencia misma de las vacaciones!
Que bien escribe mi niño y la alegría inmensa de teneros de aquí en adelante la última semana de Agosto… es como ese helado o esa cervecita en mitad o al final de la ruta