MTB por la senda de los molinos del río Perales… O cómo morir sobre la bici de montaña, en mi caso. Pero fue una muerte dulce por uno de los recorridos más bonitos que he tenido la suerte de «sufrir».
Las Premisas
Fue la crónica de una muerte anunciada, en realidad. Pongámonos en antecedentes. Hacia mitad de la semana y viendo que la previsión meteorológica era favorable para el sábado en esta primavera loca de 2018, propuse a los perdedores juntarnos para da una vueltita por algún paraje diferente, que no conociéramos.
Hoy en día es muy sencillo encontrar rutas a la medida de uno mismo y tirando de Wikiloc les propuse cuatro posibles recorridos diferentes por Valdemorillo, que tenía yo ganas de rodar en bici por esta zona de la sierra que tanto ofrece desde el punto de vista del ciclismo de montaña. No hay que obviar que la clásica de Valdemorillo se lleva celebrando 27 años. Por algo será.
La ganadora de entre las cuatro fue esta ruta compartida por el usuario David3C excelentemente explicada y acompañada de unas fotos espectaculares que animaban a repetir el recorrido teniendo, además, en cuenta que había estado lloviendo y que el campo lo había agradecido mostrando todo su esplendor primaveral.
Pero viendo que había que subir 876 metros a lo largo de 35 Km y observando el perfil de sierra sinónimo de subidas cortas y duras… Supe al momento que iba a sufrir de lo lindo. No sé si he comentado alguna vez en este blog que la escalada no es lo mío (ni las bajadas… Ni el llaneo si me apuras) y si encima se trata de recorridos sube-baja… Muy raro es que no acabe con una pájara de las buenas, como así pasó.
Preparados, listos…
La cuestión es que el sábado a las 10:00 estábamos en el aparcamiento de Valdemorillo donde empezaba la ruta. Cinco perdedores (Pablo, Miguel, El Bombi, Cristian y un servidor) acudimos a la llamada. Todo un récord teniendo en cuenta lo que nos cuesta juntarnos en los dos últimos años.
Soplaba una brisa fría, la mañana era fresca. Pero brillaba el sol y no estábamos seguros de haber acertado con la ropa. Yendo de corto pasaríamos frío pero tal vez si nos poníamos ropa algo más abrigada lo pasaríamos mal una vez hubiéramos entrado en calor. ¿Guantes largos o cortos? ¿Chaleco cortavientos o chaqueta completa? Cada uno nos apañamos como buenamente pudimos y nos pusimos a rodar.
En la descripción del recorrido original, el autor describe el cruce del río Perales diciendo que si este va crecido tal vez sea dificultoso vadear por donde marca el track de manera que mi primo Cristian, ni corto ni perezoso, buscó un lugar alternativo por donde cruzarlo… Añadiendo una subidita nada más empezar a dar pedales que puso a cada uno en su sitio. Vamos… que me bajé de la bici en el kilómetro 3.
Esto te hace reflexionar. ¿Estoy realmente hecho para este deporte? Posiblemente ni para este ni para ninguno, pero como solo compito conmigo mismo y casi siempre pierdo no espero demasiada recompensa. Me basta con pasear por paisajes bonitos (de eso esta ruta va sobrada) en buena compañía (bueno… ). También es bastante importante hoy en día el postureo y no sé por qué, pero este sábado batimos récord de generación de material audiovisual. Acompaño este texto con solo una selección de fotos y vídeos.
Seguimos para bingo
Tras el primer tramo de subida del infierno, saliendo del pueblo en dirección noroeste, bajamos hasta el arroyo de Fuentevieja que cruzamos por un paraje muy refrescante.
Un pequeño tramo de ascenso y comenzamos a bajar por pista ancha hasta el río Perales para cruzarlo por donde mi primo había visto un vado en los mapas. Y lo había, realmente, pero el río iba tan crecido que al menos cubría medio metro. De manera que decidimos cruzar por unos troncos que había a la derecha del vado. Conseguimos no mojarnos… Salvo Miguel que fue el que cruzó el primero y no sabemos por qué lo primero que hizo fue meter los pies en el agua pudiendo haber pisado las ramas y haber mantenido los pies secos como hicimos el resto. Creemos que es por el postureo, para poder decir el lunes en la oficina que menuda ruta, que había acabado de agua hasta la coronilla. Está documentado para su vergüenza perdedora.
El resto, como puede verse, alcanzamos el lado contrario secos y haciendo cadena para transportar las bicis.
Llegamos a la senda
Pocos metros después pasamos por el lugar donde el track original proponía cruzar el río. Realmente estaba complicado pasar por ahí de manera que aunque no pudimos cruzar por el vado propuesto por el rodeo que dimos y tuvimos que hacer equilibrios… fue mejor que tratar de cruzar por donde los creadores de la ruta, por debajo de una tubería de conducción.
En este punto comenzaba la segunda parte de la ruta, la senda ecológica de los molinos.
Un sendero estrecho que corría paralelo al río y con un porcentaje de ciclabilidad tirando a bajo debido a las numerosas rocas que bloquean el camino. Entiendo que con mejor técnica de la que tenemos nosotros muchos de los tramos donde echábamos pie a tierra podían bajarse sobre la bicicleta. Una doble suspensión también habría ayudado.
No llevábamos ni 10 Km de ruta y habíamos invertido más de una hora entre ascensos, vadeos, porteos y fotos y vídeos. No estábamos avanzando al ritmo esperado, ciertamente.
Al ritmo lento también contribuyó que cuando nos juntamos más de dos perdedores nos resulta complicado no dedicarnos más a la broma que a los pedales.
Nos cruzamos con varios grupos de senderistas que amablemente nos cedieron el paso. Les saludamos religiosamente agradeciéndoles el gesto.
Cuando leo en foros sobre conflictos entre distintos colectivos de usuarios del monte con los ciclistas como protagonistas no entiendo cómo se producen… Con lo sencillo y agradable que es aminorar la marcha, darse los buenos días y seguir cada uno por su lado.
Este sitio mola mucho
Son varios los merenderos y miradores que encontramos por la senda. Recomiendo mucho hacerla a pie, es un paseo que puede hacerse perfectamente con niños.
Toma su nombre de los molinos de agua que encontramos al paso del río, ya en ruinas. Paneles explicativos ilustran cómo era el funcionamiento de los mismos en tiempos pretéritos.
Salimos de la senda de los molinos y tomamos otra paralela al arroyo del Molino Hondillo, en dirección suroeste. Esta nueva senda es ciclable al 100 y aunque de ligero ascenso al ir remontando el curso del arroyo nos permite tomar un respiro ya que no bajarse constantemente de la bicicleta supone un gran alivio.
Por fin salimos de la senda
Llegamos a Navalagamella ascendiendo por una pista que me dejó para los leones. Al llegar arriba comentamos sobre el avance que llevábamos y lo que nos quedaba y viendo como cazaba la perrita decidí comer una barrita para ir reponiendo fuerzas, que falta me iban a hacer.
Lo que seguía era un tramo de descenso bastante técnico que no permitía recuperar al ir tensionado todo el rato, Muy divertido, eso sí. Junto a la M510 nos paramos a ver unos búnkers de la Guerra Civil. Uno de los grandes atractivos de esta ruta, además de la senda de los molinos, es los restos de la guerra. Recomiendo leer la descripción del track original. Me hubiera gustado ir más fuerte para poder disfrutar de todo lo que el recorrido ofrecía.
Paramos para hacer las fotos de rigor y me noto muy escaso de fuerzas. Terminé una barrita y eché mano a un gel. Me estaban saltando todas las alertas.
Cerro Alarcón
Un nuevo descenso nos acerca al embalse de Cerro Alarcón.
Lo bordeamos por una senda que discurre junto a la orilla oeste pero el embalse estaba muy alto y en más de un tramo tenemos que volver a portear las bicis para pasar con seguridad. Si no hemos querido mojarnos los pies imaginaos la gracia que nos hubiera hecho caer al agua del embalse.
Una bajada muy pronunciada por pista asfaltada nos llevó al punto más bajo de la ruta, por debajo de los 600 metros (habíamos empezado a 830 en Valdemorillo). En cada bajada me venía a la cabeza la subida que la seguiría y moralmente esto me destrozaba. Además se sumó el problema del agua. Pensaba encontrar alguna fuente para reponer durante la ruta y cometí el error de novato de no llevar extra de agua en la mochila. A Pablo le pasó lo mismo, pero además él se quedó sin agua antes. Por suerte los compañeros fueron más prudentes y llevaban agua de sobra como para poder abastecernos.
Me muero
Ya no estábamos, sobre todo yo, para subir muchas cuestas. A la mínima echaba pie a tierra pero aún así el esfuerzo era grande por el cansancio acumulado. Y quedaba lo peor. Estábamos como a la mitad del track original y quedaban auténticos rampones que remontar. Miguel, Cristian y El Bombi estaban bastante enteros y hubieran podido terminar la ruta, pero yo no. Y Pablo tampoco estaba como para tirar cohetes, de manera que decidimos volver a Valdemorillo por carretera desde Cerro Alarcón, por la M559. El resto nos acompañó porque lo «bonito» de la ruta ya lo habíamos hecho y era tarde para completar el resto según el track original.
El recorrido por carretera fue un suplicio. Picaba para arriba todo el rato. Pablo, que iba delante mía, tuvo que parar a descansar porque llegó un punto en el que no podía dar ni una pedalada más. Ya en el pueblo también era cuesta arriba desde la plaza de toros hasta el aparcamiento donde habíamos dejado los coches. En este tramo fui yo el que tuvo que parar de lo vacío que iba.
Menos mal que en el mismo aparcamiento había un kiosco donde nos tomamos algo para reponer líquidos. Posiblemente nos pusieron el mejor aperitivo de tortilla de patata (con cebolla) que haya probado jamás.
El track de nuestra ruta lo fue grabando Cristian y lo ha compartido en Wikiloc:
Conclusiones
Nos salieron unos 27,5 Km y, según Wikiloc, 544 metros de desnivel positivo. Ya serían más.
Recuerdo esta ruta con sabor agridulce. Pocas veces he rodado por sitios tan bonitos, eso es lo bueno. Me viene a la cabeza la bajada del Pontón en Losar de la Vera, el pueblo del perdedor Jaime, pero pocos sitios más, realmente. Lo malo es lo fundido que acabé y lo que condicioné la diversión de los compañeros de ruta. Y decepcionado, claro, cuando uno quiere tirar y ve que el cuerpo no responde. Pero bueno… Somos perdedores por algo, ¿no?