Hemos participado en la MTB Madrid – Segovia 2024. Si quieres saber de qué va esta prueba, que para nosotros ha sido todo un reto, lee con detalle que te lo voy a contar todo desde el principio.
Preámbulo y llegada a Madrid
El día comenzó pronto, muy pronto. Pero antes de eso hagamos un poco de memoria. ¿En qué momento se empezó a gestar esto? Digamos que Natalia hizo un amago allá en marzo del 2023 para hacer la Madrid – Segovia, cuando hicimos la ruta de los 100 kilómetros por la Vía Verde del Tajuña. No sé quién se lo comentó, pero yo tenía bien claro que una prueba así nos venía muy grande. Con lo cual y afortunadamente, no nos apuntamos para la del 2023.
Después llegó noviembre de 2023 cuando rodamos de Guadarrama a Madrid y volvió a aflorar el tema. Aunque esta vez fue Diana quién lo mentó con más fuerza y convicción, aunque se quedó en el tintero. Esta vez un servidor no lo veía tan improbable con un poco de entrenamiento. No voy a remontarme más a tiempos pretéritos, pero uno lleva sufriendo “poco” en la bicicleta de montaña y sigue teniendo respeto a este maravilloso deporte.
Obviaré las rutas de preparación porque si no esta reseña sería demasiado larga, pero digamos que lo realmente duro lo hicimos unas dos semanas antes de la prueba y la última vez que cogimos la bici fueron unos 3 días antes de la misma.
Vamos, que esto está a punto de empezar
En fin, pongamos un poco de orden. A la MTB Madrid – Segovia nos apuntamos Diana, Natalia y yo para empezar a las 9 de la mañana en Montecarmelo el sábado 1 de junio. Y claro, viviendo en Guadarrama la logística era importante. Diana recogió los dorsales en Madrid el viernes mientras que yo iba a Segovia para dejar el coche (con el que al día siguiente volveríamos a Guadarrama desde la meta en Segovia) mientras Natalia llegó después con el coche escoba para recogerme de Segovia.
El sábado 1 de junio, después de una noche en la que dormí mal, quedé con Natalia a las 7 de la mañana para ir en bici para coger la Renfe en Collado Mediano (5 kilómetros de ligera subida para calentar las piernas). Diana decidió finalmente llevar su coche allí ya que no se fiaba para nada de Renfe y así teníamos un plan B para “amontonar” las bicis en su coche y bajar a Madrid. Sí, ya sé, pecado absoluto todas las bicis ahí amontonadas… Sin comentarios.
Tras hacerse de rogar, Natalia apareció y fuimos directamente por carretera a Collado Mediano. Y sí, uno que tiene afán de llegar pronto, la llevé con la lengua fuera y profiriendo ciertos “improperios” hasta que llegamos. Según Diana se nos escuchaba a gran distancia.
Madrid – Montecarmelo
Pues sí, Diana ya estaba allí esperándonos y tras comprar los billetes el tren llegó con puntualidad o incluso con un poco de antelación. 45 minutos medio adormilados hasta llegar a Montecarmelo-Paco de Lucía. Estábamos como a un kilómetro del inicio de la prueba, pero antes fuimos a buscar un baño y, como no, tomar nuestro 2º desayuno ejerciendo de Hobbits: café, croissant, donuts y churros 15 minutos antes de empezar la ruta. Viéndolo ahora en perspectiva, creo que fuimos un poco ansias.
Un ratito en Renfe
MTB Madrid-Segovia
Llegamos justo cuando daban el pistoletazo de salida, unos minutos antes de la hora prevista, y evitamos la montonera de los primeros con lo que iniciamos el rodar los 3 juntos en la cola de nuestra categoría. Fuimos saliendo de Madrid dirección norte pasando por debajo de la M-40 tras una bajada bastante pronunciada.
El track puede descargarse de Wikiloc
Los siguientes 10 kilómetros fueron un sube y baja, a la hora de subir había que salvar un desnivel bastante significativo con un firme de gravilla y piedras sueltas que no ayudaba a que sujetara la bici. Tras este tramo, por fin, enlazamos con el carril bici al que íbamos paralelos, y el rodar se hizo mucho más llevadero hasta dejar a mano derecha Tres Cantos. Fueron unos 3 kilómetros de rodar tranquilo y relajado hasta que a la altura del Eurostars cogimos una vía pecuaria a mano izquierda.
Rodando rápido por pistas anchas
Tuvimos una bajada pronunciada y bien cómoda que nos vino bien para recuperarnos y estirar un poco las piernas. Llegamos al paso del Arroyo de Tejada el cual ya no era arroyo ni nada.
He de decir que el recorrido estaba señalizado con bandas de plástico que nos informaban que íbamos por el buen camino y en algún desvío complicado normalmente se encontraba alguien de la organización para guiarnos y que no nos perdiéramos.
En este momento el rodar era cómodo y no hacía mucho calor, agradeciendo que las temperaturas hubieran bajado. Avanzando así llegamos al primer avituallamiento en un polígono a las afueras de Colmenar Viejo, siendo únicamente de líquido.
Avituallamientos
Justo unos kilómetros antes un servidor ya se había tomado su primer gel, me dijeron que cada 45/60 minutos fuera tomando algo y uno intenta hacer caso… Sí, lo intenta.
En estos primeros kilómetros empezamos los tres juntos pero poco a poco cada uno vamos cogiendo nuestro ritmo. Normalmente Diana se destaca, un servidor se queda en tierra de nadie y Natalia regulando, cierra el grupo. En determinados puntos nos reagrupamos y volvemos a ir los tres juntos pero la dinámica aquí descrita, será la norma en casi toda la ruta. Yo me obligo a regular porque si no me cebo y en una ruta tan larga y exigente se ha de hacer con cabeza.
Fruta fresca en los avituallamientos
Tras el avituallamiento enfilamos la colada de los gallegos que desemboca en el cordel de la Fuente Las Liebres, poniendo dirección Manzanares el Real. Nos esperaban unos 10 kilómetros de subida no muy dura pero constante antes de dejarnos caer por una pista perfecta a la entrada del pueblo. Los caminos por los que transcurríamos ya eran conocidos en su mayoría. El embalse de Santillana estaba espectacular y las vistas eran preciosas, realmente merece una visita más tranquila.
Así llegamos al 2º avituallamiento con agua y bebidas isotónicas al igual que plátanos. Creo que tomamos dos plátanos cada uno aparte de rellenar los bidones y la camelback.
Empezaba a notar el calor y particularmente creo que esta parte se me empezó a hacer un poco bola. Quedaban unos 20 kilómetros a Cercedilla donde tendríamos un rato para descansar no sin antes parar en el tercer avituallamiento de la ruta en el que había naranjas y palmeritas. Creo que si nos descuidamos no dejamos naranjas para los que venían detrás. Yo aproveché para tomar el segundo gel.
El postureo también es importante
El calor ya apretaba en este tramo de la prueba y es cuando notamos que empezábamos a pasar a diferentes corredores. Alguno empezaba a echar pie a tierra en diferentes cuestas del camino. Tuvimos que atravesar Mataelpino y antes de llegar al pueblo de Navacerrada tuvimos que enfilar la M-617 por dos kilómetros donde tuvimos un ligero susto con un coche que quiso cambiar de sentido justo cuando pasábamos nosotros y al dar marcha atrás desde un camino lo que nos obligó a frenar para no empotrarnos con él.
Cercedilla – Mitad de recorrido
En Cercedilla había un tramo neutralizado de unos 8 kilómetros que tendríamos que completar en 1 hora, con la preceptiva parada para comer.
Comida en Cercedilla
Debimos llegar a las 2 menos 10 al inicio del tramo neutralizado y tras una subida por carretera hasta empalmar con la M-601, nos desviamos en La Fonda Real hacia el embalse de Navalmedio e iniciamos una cómoda bajada al pueblo y a la Plaza Nueva donde estaba montado el avituallamiento. Tomamos un refresco y pasta excesivamente salada, de la que no quedó ni rastro en el plato. Cuando llegamos estaba a tope la Plaza de gente pero al poco se fue despejando mientras iban llegando abnegados corredores.
A partir de aquí los tres conocíamos de sobra lo que nos esperaba: atravesar Cercedilla en tramo compartido con los coches para pasar por dos veces por debajo de las vías del tren y así enlazar con el Camino de la Solana que tras haber comido y a unos 27º, podría hacerse bola.
Dicho camino hace honor al nombre y el sol te cae de justicia. Sin una sombra en la que refugiarse en los aproximadamente 2 kilómetros de ascensión que son matadores, con una media del 10% hasta llegar a la fuente donde hay un pequeño descanso antes de prácticamente coronar en el Alto del León. En este punto, sólo podíamos tirar de experiencia y de convicción de que podíamos hacerlo.
Empujando la bici en ocasiones
Rápidamente nos configuramos tal y como venía siendo la etapa, Diana muy fuerte la primera, yo fui un poco tras ella pero empecé a regular y Natalia un poco más atrás. El tramo tiene bastante desnivel pero igualmente el firme no es perfecto y hay mucha roca suelta en algún punto. Fuimos pasando a corredores o juntándonos con ellos temporalmente. Muchos otros optaron por hacerlo andando. Lo realmente bonito de este tramo es como vas ascendiendo y vas contemplando toda la Comunidad de Madrid.
Camino de los Lomitos
Llegados a la Fuente de la Peñota enfilamos el Camino de los Lomitos y ahí nos reagrupamos, ya que este camino le tenemos cierto cariño los de la Sierra (si, somos Los Lomitos). Esta parte se hace algo más llevadera aunque tiene sus buenas cuestas. El campo está espectacular y embelesados llegamos donde el tendido eléctrico que nos indica que tenemos que desviarnos a la derecha (el camino de los Lomitos desemboca en la N-VI) y subir a pie una primera cuesta para después rodar hasta una puerta que da inicio a la bajada a La Panera. Aquí me tomé mi tercer y último gel del día.
Esta bajada tiene un tramo con mucha roca que mucha gente querrá hacerla en bici y jugarse el tipo pero nosotros junto con el grupo que íbamos lo hicimos andando, sería alrededor de kilómetro y medio como mucho pero íbamos entre sombra y se hizo agradable. Ah… y nuestras posaderas lo agradecieron.
Bajando a pie para mayor seguridad
Salvado este tramo, nos dirigimos con un rodar alegre y tranquilo al siguiente avituallamiento antes de llegar a La Panera donde había agua y bebida isotónica junto con palmeritas y plátanos, comimos moderadamente y ahora si bajamos a La Panera donde rodaríamos un poco por asfalto antes de tomar un desvío a mano derecha que nos llevaría al tramo de rompe-piernas, era el colofón final.
Este tramo fuimos a buen ritmo, rebasando a más corredores y los tres más agrupados hablando animadamente lo que las cuestas nos dejaban. Así y todo enfilamos el penúltimo avituallamiento de la ruta cerca de Otero de los Herreros, en el que la sandía nos sentó como maná caído del cielo. Estaba deliciosa. También repartieron geles y barritas.
No es necesario hacer pis todos los días
Y en ese momento llegó la coña de que un servidor no va al baño en las rutas. Cada uno gestiona sus líquidos como quiere y aunque las dos féminas tuvieron que parar en diferentes tramos del recorrido y buscar un sitio medianamente privado, uno que debe ser que lo suda todo, no tiene la necesidad de miccionar cada dos por tres. Mis acompañantes sólo me pedían que parara y vaciara mi vejiga, pero yo ni ganas.
Con esta comidilla fuimos llegando a los últimos 20 kilómetros de los que no teníamos ni idea como eran. Yo pensaba que tras el desvío que lleva al Alto de Pasapán (que hicimos cuando preparamos esta ruta) quedaba una sola subida continúa y después era un «dejarse caer» a Segovia. Pero como suele pasar, estaba equivocado. Tuvimos unos repechones extra, en los que alguno tuvimos que subir a pie hasta llegar al embalse de Puente Alta. El paraje es precioso y realmente invitaba a explorarlo en otro momento con mayor detenimiento. Nos encantó a los tres y un voluntario de la organización que allí se encontraba nos hizo unas fotos para dejarlo inmortalizado.
Paradita para una foto en el embalse de Puente Alta
Ahora ya sí que estábamos cerca, muy cerca del objetivo. Sin sorpresas finales, todo se desarrollaba con una cómoda bajada a Segovia, pasando por encima de las vías del AVE. Avanzando, pasamos por debajo de la SG-20 donde a un kilómetro se encontraba el final cronometrado de la prueba. Pero sí o sí había que llegar al Acueducto con lo que ya compartiendo el tráfico con los coches, nos dirigimos al final real de la misma. Callejeando por Segovia e indicados en todo momento por la organización fuimos acercándonos a nuestro objetivo.
¡Lo conseguimos!
Sobre las 7:10 de la tarde con una inmensa alegría y emoción, llegamos al Acueducto de Segovia donde nos esperaban las medallas por haber entrado dentro del tiempo fijado por la organización en nuestra categoría. En total debimos tardar unas 10 horas de las que en movimiento debieron ser unas 8 horas y media. Toda una gesta para mí, que estoy muy orgulloso de haberla completado y sobre todo orgulloso de haberlo hecho con mis dos compañeras de fatigas.
Reto superado
Concluida la puesta de medallas y las preceptivas fotos, fuimos a tomar el último avituallamiento antes de realizar la vuelta a Guadarrama. Nos tomamos un par de pinchos de tortilla que nos espabilaron antes de meter las bicis de nuevo al coche y una vez todo organizado, ahora si, poder orinar 😉
Me sorprendió la cantidad de «basura» que generamos los ciclistas. Si llevas un gel en los bolsillos y lo tomas, de verdad… ¿Tanto cuesta meter el plástico en el bolsillo y no tirarlo en medio del campo?
La vuelta fue rápida sabiendo que teníamos a todas las familias en un bar viendo la final de Champions aunque ya teníamos asimilado que como pronto llegaríamos para ver la segunda parte.
Como tuvimos que ir a por las llaves de casa al bar (las de Natalia y Diana) se generó una discusión de quien iba a meterse en el bar, con nuestro olor a por ellas, y finalmente, le tocó a Natalia dejar el aroma que llevábamos incorporado. Cuando salía se produjo un momento de los que más me emocionó y de los que quedará para el recuerdo. Tras ella salía mi hijo Raúl, emocionado, preguntando dónde estaba. Y me dio un abrazo y un beso de los que llegan bien dentro y te «mueven la patata».
Conclusión
A modo personal la experiencia ha sido gratificante y espectacular y, porque no decirlo, me siento súper orgulloso de mí mismo. Si me dicen hace unos años que iba a hacer Madrid – Segovia en bicicleta, hubiera reído a carcajadas. Era una quimera imposible. Pero al final me he superado y he sido capaz de realizar un reto que creía inalcanzable. Según para quien esto puede ser una tontería, pero aún recuerdo cuando completaba 10 kilómetros en bicicleta y me sentía contento.
¿Repetiré? Seguro que sí, algún Lomito – Perdedor ya ha dicho que el año que viene seremos más, ahí lo dejo.
Y permitidme a modo de colofón dedicar unas palabras a mis dos compañeras de ruta, sin ellas todo hubiera sido diferente.
Diana, puede que temieras no poder completar la ruta o tener algún tipo de bajón, pero demostraste tener una fuerza y entereza enorme. Estoy seguro que con esta hazaña particular verás que tienes capacidad para superar las rutas más exigentes que te pongan por delante. Estuviste casi toda la ruta en cabeza de de nuestro grupo sin flojear en ningún momento.
Natalia, no entrenaste como hubieras querido. Pero con tus capacidades y fuerza mental eres capaz de superar cualquier tipo de ruta que te pongan por delante. Eres corredora «diesel». Empiezas lentamente, regulando y cuando el resto estamos tirando de reserva es cuando te encuentras en tu mejor momento, allá por el kilómetro 80…
Y sí. Uno se va a apuntar a todos los retos que humanamente pueda. Porque me gusta, lo disfruto y me viene bien en todos los sentidos.
¿Quién se apunta a la siguiente?