Aprovechando los últimos días de las vacaciones de Navidad he decidido practicar algo de MTB en la Casa de Campo rodando por senderos llenos de barro. Todos tenemos nuestros vicios.
No sé cuántas veces habré ido a la Casa de Campo. Cientos, tal vez. Pero sucede que suelo ir a tiro hecho, a recorrer una serie de pistas y senderos bien conocidos que garantizan diversión en las pocas horas que por desgracia tengo para montar en bicicleta. Hoy, en cambio, tenía toda la mañana por delante y todos los caminos para mi solo para disfrutar de una buena mañana de ciclismo de montaña.
De manera que he aparcado en el Zoo y me he puesto a rodar con el propósito de ir por sendero durante la mayor parte del recorrido y evitar los caminos que más transito, es decir, Garabitas y alrededores.
Me ha salido una ruta sencilla y divertida. Sin prisa pero sin pausa he recorrido muchos senderos que no conocía y otros por los que hacía siglos que no pasaba.
He dado una vueltecita al Zoo. No recordaba la cuesta que hay al lado de los monos…
Y he llegado a la cuesta de la muerte, muy erosionada por los ciclistas y la lluvia.
En foto no impresiona nada, ¿verdad? Tú mírala desde arriba y verás.
Como digo, una rutita tranquila, de paseo, para que las piernas no se olviden de lo que es pedalear.