El sábado 28/11/2020 fuimos 6 los perdedores que nos reunimos en Guadarrama para disfrutar de una ruta por la sierra bien pasada por barro. Simón, amigo de Jaime y de Ángel se unió al grupo estrenando pedales automáticos en su flamante Orbea Oiz. Un placer contar con nuevas incorporaciones y esperamos contar con su compañía en muchas otras ocasiones.
Por parte del equipo local, además de Simón, Ángel y Jaime (que jugaban en casa) y Raúl, que conoce los caminos como la palma de su mano como bien ex-guadarrameño y actual parrao (¿Sabíais que el gentilicio de Cercedilla es «parrao»?). Por parte del equipo visitante, el Bombi y un servidor.
A las 10:00 de la mañana era la cita. Llegamos unos minutos antes para sacar las bicis del coche y pertrecharnos debidamente. La mañana no era especialmente fría pero llevaba toda la mañana lloviendo y no estaba de más calzarse cubrebotas y otros avíos que nos protejan del agua que sin duda abundaría en los caminos. No puedo dejar de echarle algunas fotos al invento del Bombi para llevar la bici con seguridad en su furgoneta camperizada. Un raíl sobre el que desliza un perfil de aluminio con una sujeción para la rueda trasera y otra para la horquilla, siendo necesario desmontar la rueda delantera. Una virguería. Disculpad la mala calidad de las fotos que no hacen justicia.
Comenzamos a dar pedales y a mi, como siempre, me cuesta entrar en calor. Rodeamos el núcleo urbano de Guadarrama por el norte y en menos que canta un gallo ya estamos subiendo. La idea es llegar a Cercedilla, así que nos hacemos a la idea de que toca subir durante unos pocos kilómetros. Poco después de la Ermita de la Virgen del Espino alcanzamos la primera «cumbre» de la ruta. Pero empezamos a bajar por una pista a gran velocidad perdiendo cota rápidamente. Engordar para morir. Con lo poco que me gusta a mi subir…. todo lo que estamos bajando tocará recuperarlo. ¿Qué le vamos a hacer? Ángel guía la ruta y él decide el recorrido… y a mi me parece perfecto.
El subidón de la muerte llega en la urbanización Cerca del Pozo, que pertenece a Los Molinos. Hay que llegar hasta el nivel de la vía del tren. Conozco esta subida de una ruta anterior y sé que voy a sufrir. Jaime y yo nos aliamos para subir al tran-tran y como las penas con pan son menos conseguimos llegar a la segunda «cima» del recorrido con cierta dignidad.
Hacemos una parada técnica para comer algo, que buena falta nos hace. Pasamos al otro lado de las vías y tras subir un poquito más comenzamos un sendero de bajada de los buenos, también viejo conocido. Con muchos escalones, Raúl los salta directamente. Yo los paso, alguno algo apurado, pero sin contratiempos. Nos alegra, además, ver que Jaime se va soltando con la técnica cuesta abajo. Lejos de achantarse por las terribles caídas que ha sufrido en su corta historia como ciclista de montaña, está aprendiendo a afrontar pasos cada vez más complicados.
Atravesamos Cercedilla, ahora toca descender y recuperar piernas. Bajamos hasta Los Molinos y me la prometo muy felices saboreando mentalmente la cervecita y el pincho de lo que sea… pero Ángel decide prolongar la ruta y gira a la izquierda en dirección a Collado Mediano. Lo malo es que le cascamos a la ruta 10 kilómetros más de los que yo suponía. Lo bueno es que podemos disfrutar una vez más del camino de bajada entre Collado Mediano y Alpedrete: «anti-autónomos» llama ángel a este tramo. Será la cuarta o quinta vez que recorro este camino y es la primera vez que consigo hacerlo sin echar pie a tierra, me siento muy orgulloso.
Desde Alpedrete hasta Guadarrama las paso canutas. Comienza a dolerme la rodilla izquierda hasta el punto de cojear. De vez en cuando tengo que sacar el pie del pedal para estirar la rodilla, pero como solo quedan unos pocos kilómetros aprieto los dientes, bajo el ritmo y consigo llegar con más pena que gloria. Jaime también va tocado, no está acostumbrado a rutas tan largas. El resto van frescos, salvo Raúl que protesta del cuello, su talón de Aquiles.
Se nos acaba haciendo tarde y ni cerveza ni cervezo. Un manguerazo a las bicis en casa de Jaime para quitar las toneladas de barro que llevamos encima y de vuelta a casa. 45 kilómetros en total con un desnivel acumulado… dispar como siempre: entre 550 y 650 metros dependiendo de qué aplicación se utilice.
Muchas gracias, Ángel, por hacernos de guía. Tenemos muchos recorridos pendientes por la sierra pero o bien quedamos antes o bien hacemos rutas más cortas, que sin poder brindar al acabar no es lo mismo, ¿verdad?