En la cuarta etapa de nuestro viaje recorrimos la distancia de Grein a Melk por el Danubio. Salimos de Sankt Nikola, muy cerca de Grein en el sentido de la marcha.
Recuerda que esta es una entrada de una serie de 11 sobre nuestro viaje al Donauradweg a su paso por Austria. Puedes usar la primera entrada como índice para leer en orden.
Lo recomendado en esta etapa es rodar por la orilla sur. Fundamentalmente porque por el norte el carril desaparece durante unos 8 kilómetros y es necesario rodar por una carretera con mucho tráfico. Teniendo esto en cuenta, en Madrid diseñamos la etapa de manera que volveríamos a Grein para cruzar el Danubio por el puente. Esto añadía unos 15 kilometrazos a nuestro recorrido pero evitaríamos la concurrida carretera.
Un comienzo afortunado
Si has leído la crónica de la etapa anterior, entre Link y Sankt Nikola, sabrás que llegar de Grein a Sankt Nikola fue un suplicio. Nos generó muchísima tensión y bastante susto tener que rodar tan desprotegidos con los niños así que mientras guardábamos las bicicletas en el garaje (TODOS los alojamientos contaban con un lugar seguro donde guardar las bicicletas durante la noche) le preguntamos al dueño de los apartamentos qué alternativas había para no retroceder hasta Grein por la misma maldita carretera. Nos dijo que lo mejor era avanzar, porque en otros 4 kilómetros encontraríamos de nuevo el carril bici. Era tontería hacer 4 kilómetros de carretera para evitar los otros 4 kilómetros, naturalmente.
Pero se ve que al hombre le dimos un poco de pena así que se ofreció a trasladarnos a bicicletas y ciclistas desde los apartamentos hasta el re-inicio del carril bici en su furgoneta con remolque. Tuvimos que dar dos viajes pero nos ahorramos 15 kilómetros y el peligro de la carretera. Todo un detalle por parte del señor austriaco que tan amablemente nos atendió.
De manera que finalmente nuestro recorrido real fue el que puedes ver en el siguiente mapa de Wikiloc:
Nos ponemos en marcha
Una vez reagrupados comenzamos a dar pedales. Los primeros metros rodamos junto a casitas «en primera línea de río» con una pintaza que no veas. Nada de superlujos, pero muy cucas. Todas con su embarcadero o su plataforma a pie de río para hacer sus barbacoas. Estos austriacos saben bien sacarle provecho a sus espacios naturales sin llegar a saturarlos.
Apenas serían las nueve de la mañana y el sol calentaba ya de lo lindo. Claro, tienes que tener en cuenta que Austria está mucho más al este que España y amanece mucho antes así que ya a una hora tan tempranera íbamos pasando calor.
Las casitas bonitas desaparecieron y el carril discurría entonces entre el río y nuestra odiada carretera. Con separación física, eso sí, pero resultaba molesto el ruido de los coches.
Pasados apenas 4,5 kilómetros nos vimos obligados a cruzar la carretera con mucho cuidado, naturalmente. Ahora no lo recuerdo pero seguro que hubo gritos porque a cada situación mínimamente peligrosa se nos oía hasta en Viena, que tenían que pensar los habitantes de la ciudad algo así como: «Ya están volviendo los españoles del martes…»
Y apenas dos kilómetros más tarde volvemos a tener que cruzar la maldita carretera, que parecía una broma aquello. Sin duda recomiendo rodar por la orilla sur aún sin conocerla, fíjate lo que te digo. Quédate a dormir en Grein aunque sea en un banco del parque.
Cruzamos el río
La idea era desde el principio pasarnos a la orilla sur pero no habiendo podido hacerlo en Grein por los motivos ya explicados tuvimos que llegar a Ybbs an der Donau. Bueno, un poquito antes, en el kilómetro 9 de la etapa. Notarás que muchos pueblos llevan el apellido «an der Donau». Debe de ser como nuestro «del Duero» o «del Jarama», casi seguro.
Justo al otro lado del puente hay un centro de información turística que ni vimos, un kiosco donde poder hacer una paradita para tomar algo y una cafetería/panadería donde compramos panes para la comida.
Seguimos nuestro camino atravesando Ybbs y milagrosamente solo nos perdimos un poquito y sin consecuencias. Entre el GPS y las señales es muy difícil desviarse del camino.
Dejamos atrás la turística localidad danubiana (si esta palabra no existe habría que inventarla) y comenzamos a rodar por un interminable y tedioso dique bajo los implacables rayos del sol que a esa hora ya calentaban de lo lindo.
Recuerdo estos momentos como de los peores de todo el viaje. El paisaje es más o menos el mismo y el carril no se complica ni nada parecido… pero hacía mucho calor. Tanto que comenzamos a echarnos agua los unos a los otros. Evidentemente tuvimos que cortar el juego de raíz porque los niños no tienen mesura y lo que consistía en echarse un chorrazo controlado con la botella de agua se estaba convirtiendo en «me quedo sin agua para el resto del día y pongo en riesgo mi vida pero yo a este le remojo hasta los calcetines». Lo normal, vaya.
Hay que hacer un descansito
A la altura del río Erlauf vimos un chiringuito y no quisimos dejar pasar la oportunidad de tomarnos algo fresquito. A esa hora ya había gente comiendo pero para nosotros aún era un poco pronto así que nos conformamos con unas cervezas y unos refrescos. La gloria, oye.
El milagro de estos kioscos es que sales como nuevo. Así con la tontería habíamos recorrido ya 26 kilómetros, más de la mitad de la etapa. La idea, siendo que habíamos recortado tanto al principio, era llegar a Melk a la hora de comer. Mientras disfrutábamos de nuestro merecido descanso resultó que justo a nuestro lado una señora se cayó de su bicicleta eléctrica. Casi en parado, no se hizo nada de daño. Se ve que se le venció y no pudo sujetarla porque tenía pinta de pesar un cojón y medio. La socorrimos debidamente, claro está, aunque el auxilio no era necesario.
Resultaba curioso ver que éramos de los más jóvenes haciendo el Donauragweg. No me refiero a los niños. Nosotros mismos, los adultos, éramos de los más jóvenes que había por allí. No se ve en España a tanto jubilado disfrutando de un paseo en bicicleta ni de coña.
Pasando Pöchlarn también es posible cruzar el Danubio, tenlo en cuenta, pero no creo que quieras hacerlo porque la orilla buena es la sur y si tu destino es Melk es en este lado del río donde debes quedarte.
Llegando a Melk
Seguimos avanzando echando otro ratito de dique y de calor. Vamos pendientes de encontrar alguna playa fluvial donde darnos un chapuzón antes de llegar a destino. Pero no encontramos ninguna. Vemos una llegando a Melk y en la otra orilla, no nos sirve, una pena.
El ultimo kilómetro es una delicia. Se gira a la derecha para alejarse del Danubio, se pasa junto a un camping y se ruedan unos pocos cientos de metros por una carretera muy tranquila hasta que ves la Abadía y te da tanta impresión que casi te caes de la bici.
Antes de cruzar el río Melk para entrar en Melk y dirigirnos a nuestro alojamiento tuvimos un momento de crisis injustificada. Resulta que María se queda rezagada y Raúl, por el motivo que sea, mira hacia atrás y grita con todo lo que le daba el pecho un «¡Que mamá se ha caído!» que salieron volando los pájaros de Passau del susto. Nos dimos todos la vuelta con cierta habilidad menos Andrés, que se metió por un trozo de arena y casi se va al suelo. Hubiera sido la única caída porque María venía tan panchi subiendo por la carretera. Ni caída ni caído, aún a día de hoy es un misterio qué es lo que vio Raúl para que ese joven celebro interpretara que su madre estaba con la bici en el suelo.
Melk tiene un casco antiguo muy, muy bonito. Fuimos a la pensión (muy recomendable) a dejar las bicis y bajamos a una sombra a comer. Lourdes, las niñas y yo nos fuimos a echar la siesta y María, Jaime y los niños se fueron a visitar la Abadía. Pasaron calor pero mereció la pena.
Pasamos la tarde entre paseos y cervezas y acabamos cenando unas pizzas en la plaza del pueblo. Ni bien ni mal. Cumplieron sin más. Salimos del establecimiento ligeramente avergonzados porque un niño al que no nombraré para no crear estigmas rompió dos vasos de cristal en 5 minutos. Creo que podría ser un récord, ojo.
Nos acostamos pronto, como siempre. Habíamos superado el ecuador del viaje. ¡Bien por nosotros!
El día siguiente tendríamos que llegar desde Melk hasta Krems. ¿Seguirás leyendo sobre la quinta etapa?