En esta entrada hablaremos de una ruta MTB por Valmayor. Una circular con el recorrido Collado Villalba – Senda de los Arroyos – Valmayor – Galapagar – Collado Villalba.
Leve introducción
El pasado sábado 17 de abril la primavera nos regaló un maravilloso día para disfrutar del ciclismo de montaña. Si bien la mañana era muy fresca (4º cuando nos bajamos del coche en Collado Villalba) el sol ya brillaba y no se veía ni una sola nube así que, ilusionados, Sergio, Jaime y un servidor acudimos a la cita… ¡Media hora antes! Poco después llegaron el Bombi, que haría las veces de anfitrión, y Miguel, que haría las veces de guía de GPS y fotógrafo, para completar el quinteto de Perdedores que ese día nos dimos cita para dar pedales.
La idea es repetir esta ruta. La última que compartimos antes de ser confinados por culpa del virus. Guardo un recuerdo horrible de la misma porque a pesar de no ser especialmente dura, las rutas con perfiles de dientes de sierra me agotan. Veríamos esta vez si las piernas me aguantaban.
¡Empezamos!
Salimos del parque de la Laguna del Carrizal. Elegimos este punto de inicio a cosa hecha, sabiendo que cumple los dos requisitos indispensables: cuenta con una buena zona de aparcamiento y hay un bar con terraza para tomar una cerveza al terminar la ruta. Salimos de Collado Villalba en dirección sur por la calle Pocillo, un camino de tierra que se encuentra literalmente inundado.
Senda de los arroyos
Tras rodar unos metros en paralelo a las vías del tren, giramos a la izquierda para llegar hasta la senda de los arroyos, vieja conocida, siempre tan divertida de recorrer. Pero antes, fíjate qué casualidad, nos encontramos con Ángel, que no pudo unirse a la expedición pero no quiso dejar de salir a rodar un rato en solitario antes de atender a los compromisos familiares que le impidieron acompañarnos. Una alegría vernos aunque fueran cinco minutos, sobre todo por lo azaroso del encuentro.
Vemos el campo exuberante, verde por todos los lados y todos los arroyos rebosantes de agua.
Tendríamos que cruzar por encima de la presa del Embalse de los Arroyos pero el paso se encuentra vallado. Pero la alternativa es mejor: rodear el embalse por un sendero muy, muy bonito.
Seguimos rodeando el embalse de Valmayor hasta pasar por debajo de la M505 y girar a la izquierda. Toca subir un trecho. Como ya imagináis los lectores habituales, el Bombi y Miguel van en cabeza y Jaime (que está fuerte y aprendiendo técnica a pasos agigantados), Sergio y yo vamos en la cola al tran-tran, guardando fuerzas no sea que petemos antes de tiempo y una maldita pájara nos amargue la mañana.
Llegamos hasta la explanada de la Ermita de Nuestra Señora de la Soledad, perteneciente a Colmenarejo, y hacemos parada técnica para reagruparnos y echar una meadita (quien más, quien menos).
Seguimos por la misma dirección por la que veníamos, por una pista muy ancha y de buen rodar, pero pronto giramos a la izquierda por una senda entre muros de mampostería que muere en una cañada real que nos devuelve a la M505. Esta vez la cruzamos a nivel con talento y precaución y comenzamos a rodear una urbanización de chalets al oeste de Galapagar. Nos adentramos en el casco urbano y rodamos por calles durante unos cuantos cientos de metros hasta girar a la izquierda a la altura del ayuntamiento y salir del casco urbano por la calle Toril, donde se nos cruza un perro muy peligrosamente pero el Bombi y Miguel clavando los frenos consiguen evitar un fatal desenlace.
¡Error!
Cruzamos, otra vez, la M510 y pasamos junto al punto limpio para subir hasta la subestación eléctrica. Tras cruzar la M518 comentemos un error. En vez de girar a la derecha por la calle de los Camochos seguimos recto porque el camino bajaba por un sendero que se prometía divertido. Para que os hagáis a la idea, fuimos por la línea roja en vez de seguir el track.
Nos colamos en una propiedad privada
Cuando nos dimos cuenta, evaluamos la situación. Le habíamos recortado unos 10 kilómetros a la ruta. Volver al track original suponía ascender el sendero que acabábamos de bajar… así que decidimos seguir adelante. Llegamos a la altura del Embalse de las Nieves. De lo que hicimos a continuación no estamos especialmente orgullosos pero el track atravesaba parte de una finca privada cerrada con una cancela.
Para nuestra vergüenza oímos cómo nos llamaron la atención y nos dimos a la fuga. Entonamos el «mea culpa». Estas cosas contribuyen a dar mala fama a los ciclistas de montaña y no vamos precisamente sobrados de amigos. Salimos de la finca junto a la orilla del embalse y Miguel pisó una caca que nos estuvo acompañando un buen rato. Esta parte del camino está sembrada de rocas que a veces obligan a echarse la bici al hombro.
Extendemos la ruta
El camino muere en Collado Villalba y en total, al haber recortado el reocrrido original, nos salen unos 25 kilómetros. Son las 12 del mediodía y el Bombi propone alargar la ruta de manera «artificial». A todos nos parece (más o menos) bien de manera que tras rodar por las calles (algunas empinadas) de la localidad serrana salimos de nuevo al campo en dirección sur para ascender hasta «el pocillo» (el punto más alto de la ruta) donde el Bombi aprovecha para calzarse una ostia al no poder desenganchar el pie del pedal en un paso complicado por piedras.
La bajada hasta el punto limpio es muy, muy técnica por un sendero estrecho y lleno de rocas. Ruedo segundo, detrás de el Bombi, y a pesar de ir salvando los sucesivos obstáculos con éxito decido sacar los pies de las calas por precaución… y esto me salva de salir por delante del manillar en uno de los últimos pasos al quedárseme la rueda delantera bloqueada.
Ya se acaba
Volvemos a subir, esta vez aprovechando primero un tramo por pista ancha y de buen rodar, luego por el mismo camino por el que hemos bajado, esquivando piedras. Las fuerzas van escaseando pero, como lo que queda es bajada hasta el parque, la promesa de una cervecita fría nos insufla las fuerzas y los ánimos necesarios para acabar.
En conclusión, lo mejor de la ruta es (además de la compañía, por supuesto) la senda de los arroyos y el rodeo al embalse homónimo. El resto… hay tramos más bonitos que otros pero no es para fliparse.
Veremos qué destino nos depara nuestra siguiente aventura perdedora. ¡Permaneced atentos al blog si queréis compartirlo con nosotros!