¿Se puede destalonar en mitad de ruta y conseguir arreglar el estropicio? Ya te digo yo que sí. Tú sigue leyendo que vas a ver, vas a ver.
Reconozco que levantarme a las 7 un sábado de otoño, con previsión de viento y bajas temperaturas con la intención de subir a la sierra a sufrir encima de la bici me da mucha, mucha (pero mucha) pereza. De siempre. Pero sabiendo que volveré a casa con una sonrisa en la cara, buenas anécdotas, que siempre las hay, tras haber disfrutado de una mañana de ciclismo de montaña del bueno… Me da fuerzas para mandar a tomar por saco al «moiselito demonio» que se me pone en el hombro a decirme que tire el despertador al váter y me de la vuelta para seguir durmiendo (e ir luego a por churros).
Habiendo dejado todo preparado la noche de antes me resulta más sencillo salir zumbando sin pensar en qué llevar o qué no, pero me surgen dudas al respecto de la vestimenta. Hace rasca. Culotte corto, que a fin de cuentas las piernas no son del cuerpo, pero camiseta térmica y cortavientos arriba. Y guantes largos, que como los dedos se queden fríos puedes darte por (bien) jodido. De esta guisa me planté en el aparcamiento de la Renfe de Collado Mediano 20 minutos antes de la hora, a las 8:40, que le tenemos miedo a Miguel porque nos regaña mucho si llegamos tarde. En el camino me alcanza el Bombi en su furgoneta nueva, recién camperizada. Mola mucho. Y enseguida aparecen Miguel y Jaime.
Tengo frío en los pies. Tal vez unos calcetines más gruesos me hubieran venido bien. Es demasiado pronto para usar cubrebotas, primer fin de semana del otoño. Una braga para el cuello también se habría agradecido. Bueno… la ruta enseguida empieza a subir, de manera que no tardaremos en entrar en calor.
Tras saludarnos con efusivos choques de codo y vistosos gestos con las cejas comenzamos a rodar… no sin antes tomar la foto protocolaria de inicio de ruta que por la cosa de estar contra el sol y no ver un carajo y por estar la mitad sin mascarilla y demasiado cerca los unos de los otros nos sale rara, como podéis ver.
Por causas de fuerza mayor Ángel no pudo acudir en esta ocasión de manera que no contando con un verdadero conocedor del recorrido (Jaime conocía buena parte pero no todo) usamos mi viejo GPS y el flamante nuevo GPS de Miguel para guiarnos con, debo decir, bastante éxito.
La ruta se prometía interesante. La encontré… no recuerdo cómo. Imagino que en algún grupo de Facebook.
Se recorría en sentido horario, saliendo de Collado Mediano. Subida continua (o casi) durante 22 Km para llegar a La Barranca y luego bajar y llanear durante otros 12 Km hasta volver a Collado Mediano. 522 metros de desnivel positivo según wikiloc. 606 metros, según Strava. A mi me parecieron 10.000. No estoy fino, este verano mis salidas en bici han sido familiares casi en su totalidad. Pero estoy contento porque di la talla. No tuve que echar pie a tierra (aunque esto no es ninguna deshonra, vaya) pero tuve que meterme en el cuerpo dos geles y una barrita.
Viendo el pelaje de los participantes lo lógico era que Miguel y el Bombi fueran en cabeza y Jaime y yo varios kilómetros por detrás. Y así íbamos, razonablemente felices los cuatro, entrando en calor por los caminos del sur de Collado Mediano y rodando luego en dirección noroeste para alcanzar Los Molinos cuando Jaime, en un cuestón, fuerza el cambio trasero y rompe la patilla del cambio. A tomar por culo la bicicleta… bueno, no tanto, pero sí tuvo que despedirse de la ruta.
NOTA MENTAL 1: Comprar patilla de repuesto para llevarla en la mochila.
Solemos hacer mofa de Miguel porque el señor Aliexpress se está pagando a su costa el apartamento de Torrevieja, pero en esta ocasión sus alicates para eslabón rápido nos vinieron de lujo.
NOTA MENTAL 2: comprar unos alicates de cadena en Aliexpress.
Miguel, además de GPS nuevo venía con la nueva GoPro 9 y documentamos cómo solventamos que Jaime pudiera volver al coche sin tener que caminar los 9 kilómetros que habíamos avanzado. Quitamos el cambio, cortamos la cadena para dejarla fija en el plato pequeño y un piñón intermedio y despedimos a Jaime con todo el dolor de nuestro corazón.
Nos dijo Jaime que en su última salida había tenido una caída y se le dobló la patilla y Ángel se la enderezó (la patilla). Eso pudo debilitar el metal, que recordemos está pensado para romperse antes que la puntera del cuadro.
La realidad es que mi aliado en la retaguardia me abandonaba forzosamente y la primera batalla se presentaba en forma de cuesta larga y con buena pendiente, con algunos tramos de los de guardar el equilibrio incluso. Varias e-bikes nos adelantaron felizmente. Quiero una… todo se andará. Llegamos a la altura de la vía del tren y Miguel y el Bombi me esperan, naturalmente. Aprovecho para recuperar el resuello y tomarme un gel. Queda muuuuucho por subir.
Estamos llegando a Cercedilla por el oeste, por el llamado «Camino de Puricelli». Tomamos un desvío a la derecha y bajamos por un sendero muy bonito pero que me juega una mala pasada. Al ir cansado por las cuestazas que llevamos subiendo desde prácticamente el inicio de la ruta no encaro el descenso con seguridad, más aún siendo un sendero que no conozco. Llevaba, además, poca presión en las ruedas y sucedió que al frenar en plano inclinado por haber tomado la trazada mala, la rueda delantera me resbaló hacia el centro del sendero y al llevar poca presión… destaloné. Liada de las buenas. Nunca me había pasado.
Llego al encuentro de el Bombi y Miguel cariacontecido y les cuento lo que me ha pasado. Mi idea era poner una cámara, que llevo en la mochila por si acaso, pero ellos proponen utilizar bombonas de Co2 para volver a talonar la cubierta. Por suerte mis compañeros tienen el material necesario.
El látex había pegado la cubierta a la llanta y tuvimos que forzar el flanco un poco para acercarlo al borde. De hecho desperdiciamos un primer cartucho al no habernos dado cuenta antes. Solo teníamos un segundo para tratar de arreglar la avería. De nuevo quedó grabado, documentado para la posteridad de Internet.
NOTA MENTAL 3: Comprar bombonas de Co2 y aplicador.
Pues sí… la rueda quedó perfecta. Necesito, evidentemente, proveerme de unas bombonas y un aplicador para futuras reparaciones en ruta.
Continuamos atravesando Cercedilla en dirección este y al abandonar la localidad serrana vuelven a aparecer las cuestas gordas y nosotros repetimos nuestro ritual: Miguel y el Bombi suben silvando y yo me muero poco a poco decenas de metros por detrás. Rodamos ahora por el tramo más bonito, posiblemente, de la ruta.
Nos cruzamos con muchos senderistas y amablemente nos cedemos el paso y agradecemos el gesto. Algunos van con cestas de setas… vacías. Ha llovido poco. Cruzamos la M601 en un cruce un poco peligroso, sobre todo un sábado por la mañana, a la altura de la Venta Real. Así, con sufrimiento pero constancia llegamos al primero de los dos picos que tiene esta ruta, si veis el perfil.
Podemos ver la mole de La Maliciosa, imponente, con la cima nublada. El Bombi y Miguel, alpinistas, experto uno y principiante el otro, comentan sobre si se sube por aquí o por este otro lado. Yo aprovecho la parada para tomarme otro gel que me da mucha vidilla aún estando caducado.
Continuamos bajando… para volver a subir. Mis piernas empiezan a mostrar señales de flojera y lo paso especialmente mal en la subida por la carretera a La Barranca. El viento sopla un poco más fuerte en esta zona y llego al segundo punto de máxima altitud de la ruta muerto en vida. Bajamos de La Barranca por la pista. Descendemos rápidamente en lo que consideramos un desperdicio. Sufrir tanto para subir para bajar de una manera tan poco disfrutona no sale a cuenta. Pero por otra parte agradecemos rodar a cierta velocidad. Por suerte a la pista le sucede, algo después, un sendero muy bonito, salpicado de piedras, que nos hace prestar atención a la conducción.
Esta ruta es muy completa, tiene de todo. Otro cruce peligroso, este con la M607, nos hace jugarnos la vida para acercarnos al embalse de Navacerrada y recorrerlo por sus orillas norte y oeste.
Ya queda poco, vamos llaneando, no hemos tenido más averías y con satisfacción llegamos de vuelta al aparcamiento de la Renfe de Collado Mediano donde, como no, damos cuenta de las cañas de rigor acompañadas con una tapita de callos a la madrileña que se caga la perra. Muy recomendable la Tapería Olé, si señor.
Rutaza mañanera que recomiendo al 100%. No sé si volveremos a repetirla, hay mil millones de rutas que nos gustaría explorar, pero si volvemos echaré tres geles y recambios de la bici entera.
Bonus track. Por error nos dejamos la cámara encendida y grabó una conversación privada. Tened cuidado con los dispositivos de grabación, que os pueden meter en un lío.
NOTA MENTAL 4: Apagar la puta camarita…