Esta es la segunda entrada de la serie. En ella Jaime nos cuenta el viaje de ida desde Losar de la Vera hasta Granada y la obtención de las Credenciales del Peregrino del Camino Mozárabe de Santiago. Que no te creas que es sencillo viajar con todos los bártulos del cicloturismo. Ya verás, ya.
Es 19 de Octubre de 2014 en Losar de la Vera y el el día empezó colocando maletas, carro y bicicletas dentro de un Renault Megane Sedane. No me gusta llevar la bici fuera del coche por lo que siempre las transportamos en los asientos traseros. Eso sí sin ruedas. Sujetas a los sillones y reposacabezas con unas buenas eslingas. En el maletero colocamos el carro con el material que nos llevaremos para visitar Granada (casi tres días) y con la que realizaríamos la ruta mozárabe en bicicleta. Además una maleta con ropa que nos encontraríamos a la llegada a Córdoba cuando la ruta hubiera finalizado.
Comenzamos el viaje. Por delante quedaban 344 kilómetros (tres horas y algo en coche) que con la emoción del día se hicieron cortas. Antes del mediodía llegamos a Córdoba. Aparcamos cerca de la estación de autobuses, junto a un hotel en el que las cámaras de seguridad están vigilando todo el día. Qué suerte, el coche se va a quedar ahí 5 o 6 días, mejor que esté controlado. Buscamos una cafetería y nos tomamos unas raciones y unos refrescos, hay que prepararse para el viaje.
Una vez finalizado el tentempié volvimos al coche y nos pusimos a preparar el equipo para la ruta. Es Octubre, el tiempo es bastante cambiante, pero por tema peso y espacio decidimos dejar toda la ropa de abrigo en el coche (chaquetas, chubasqueros, culotes largos…), esperando no echarlo en falta. Pero el peso ya era demasiado, estoy seguro de que superaba con creces los 20 kilogramos el dichoso carrito.
Montamos las bicis y el carro y nos dirigimos a la estación a buscar nuestro autobús Alsa. Allí, por 10 euros más nos permiten cargar las bicis en el portamaletas del autobús. En teoría te obligan a llevar algo para cubrirlas y no manchar las maletas para lo que nosotros llevábamos una manta fina de plástico que luego desechamos.
Lo que no sabíamos, pero para lo que también íbamos preparados, es que no te dan nada para sujetar las bicis por lo que irían sueltas en ese espacio y podría romperse algo. Por suerte teníamos nuestras eslingas que nos sirvieron para sujetar ambos cuadros, sin rueda delantera, a una de las columnas del maletero y a los cuadros las dos ruedas.
El viaje transcurrió sin complicaciones y además pudimos ir viendo alguna de las localidades por las que pasaríamos en el camino de vuelta. Eso sí, fueron casi tres horas de camino.
Una vez en Granada nos dispusimos a descargar las bicis. Para nuestra sorpresa había habido un par de percances en el transporte (posiblemente por errores nuestros en la sujeción). Tanto el soporte de manillar para la Go-pro como el sensor de velocidad del cuentakilómetros se habían partido. Allí mismo y con un poco de cianocrilato pudimos reparar el cuenta. El problema del soporte se solventó con un par de bridas.
Montamos de nuevo las ruedas, el carro, casco y guantes y a pedalear. Por fin íbamos a realizar algún kilómetro con el peso real de ruta y con el carro.
Recorrimos medio granada pedaleando, casi anocheciendo, por las calles más céntricas y sin problema, eso sí, con ropa de calle y zapatillas de deporte. Incluso así, las sensaciones al transportar el carro eran buenas.
Por fin llegamos a nuestro alojamiento, un pequeño apartamento que habíamos alquilado para los siguientes tres días.
Desde aquí y en los días sucesivos nos dedicamos a disfrutar de Granada, la Alhambra, la judería, el mirador de San Nicolás.
Ya sólo nos quedaba esperar al despertar del día 22, era el día que habíamos decidido comenzar nuestro viaje.
En la siguiente entrada os hablamos sobre la primera etapa entre Granada y Alcalá la Real.