Ruta en bici con amigos y cocido. Eso es. Si en primavera la comunidad de Perdedores BTT celebramos nuestra primera BiciCoa (ruta en bici+barbacoa) con la llegada del otoño Jesús ha querido ser anfitrión del primer BiCocido, que como su propio nombre indica consiste en meterse una pequeña paliza en bici para luego disfrutar de un buen cocido… Y de verdad que la jornada fue para recordar.
Pablo, Sergio, Raúl y un servidor acudimos a la llamada de Jesús, aunque no pudimos confirmar hasta el día de antes ya que el tiempo parecía estar en nuestra contra. Finalmente la previsión meteorológica indicaba que no llovería en Moralzarzal, de forma que a las diez y media de la mañana estábamos todos listos para dar inicio a la ruta.
El recorrido ya fue presentado en esta mismo blog en una entrada anterior. Se trataba de un recorrido circular que saliendo de Moralzarzal subía hasta el Telégrafo, bajaba hasta Collado Mediano y pasaba por Alpedrete para volver a Moralzarzal. Una ruta corta, sin duda, pero muy completa como iréis viendo según sigáis leyendo.
La mañana, aunque no amenazaba lluvia, era fresca. Mi ciclocomputador tiene termómetro y a la hora de la salida leí que marcaba 9ºC… en peores plazas hemos toreado, pero no está de más abrigarse.
Una vez pertrechados con buenas prendas de abrigo tocaba echar un vistazo a las bicis para ver que todo estaba en orden. Nunca desestiméis el poder reparador de la cinta aislante. Jesús le tiene mucha fe.
Sergio se dio cuenta de que había perdido el pasador de las pastillas del freno trasero al meter o sacar la bicicleta del coche desmontando las ruedas.
Con un poco de imaginación y una horquilla del pelo improvisamos un nuevo pasador realmente efectivo. No volvió a dar problemas en toda la ruta. Conociendo a Sergio intuyo que la reparación «provisional» pasará a convertirse en «definitiva».
Solventado el problema comenzamos la ruta. A los pocos metros de comenzar a rodar empieza la ascensión al Telégrafo. Unos seis kilómetros de pista con muy buen firme que permite disfrutar de un paisaje precioso y un ritmo tranquilo.
El sol brillaba y tras un par de kilómetros a los más calorosos les empezó a sobrar ropa. Parada técnica (muy bien recibida, por cierto) para desprenderse de las prendas de abrigo.
Seguimos subiendo sin prisa pero sin pausa. Aprovechando el ritmo lento para charlar y bromear. Apenas hay un par de rampas duras en toda la ascensión.
Una vez arriba nos reagrupamos y toca volver a abrigarse para encarar el descenso sin enfriarse.
Bajamos por la llamada «trialera del somier» porque se accedía a ella por un somier que hacía las veces de cerca. Ahora hay una puerta metálica en condiciones. Esta bajada es tremendamente técnica y nos obliga a todos a echar pie a tierra en varios tramos… excepto a Raúl, que además de ser un valiente tiene muy buena técnica.
Pablo tuvo un percance y salió despedido por encima del manillar de la bici tras bajar un escalón. Se hizo algo de daño en la muñeca, pero afortunadamente pudo terminar la ruta sin problemas quedando la caída en una anécdota.
Tras finalizar la trialera del somier tomamos una senda preciosa que trascurre paralela a la M601 en dirección sur. Tiene ligera pendiente descendente aunque sorprende con varias subidas repentinas que nos obligan a forzar el cambio para gestionarlas ya que la inercia que llevamos no es suficiente para subirlas. Afortunadamente no sufrimos ningún percance… aunque tanto Jesús como yo estamos a punto en un par de ocasiones.
Cruzamos la carretera para llegar a Alpedrete llaneando y atravesando el polígono y de nuevo la carretera comenzamos a volver hacia Moralzarzal.
A pesar de que había llovido durante la semana apenas encontramos barro en el camino y, literalmente, solo un par de charcos que podían atravesarse sin problemas.
Llegando a Moralzarzal de nuevo toca subir por una trialera que ahora sí nos obliga a todos a echar pie a tierra.
Aunque Raúl se empeña en subir en bicicleta todo lo posible.
Llegamos a casa de Jesús muy satisfechos por la ruta que nos propuso, por el tiempo, que finalmente acompañó, porque no se produjeron incidencias en ruta (aunque Sergio estaba incubando algo raro y no estaba muy católico) y porque nos esperaba el premio gordo: una empanada de aperitivo…
…Y un buen cocido para reponer fuerzas bañado con un tinto bastante rico.
Muchas gracias, Jesús y Puri por organizar un día tan estupendo y a los compañeros de ruta por hacerme pasar tan buenos ratos sobre ruedas. Echamos de menos, como siempre, a los perdedores que no pudieron acudir a la cita… ¡Pero habrá más!
Según dice Moisé el tito Lude se iba por la patas ese dįa, jajjajajaa