Hay algunos días en que TODO (sí, sí… con mayúsculas y en negrita para que te enteres) sale bien. Y el pasado sábado 10 de junio fue uno de ellos. Y eso que la cosa durante la semana no pintaba bien, si te digo la verdad. Entre la previsión de lluvia, que parece que el verano no quiere llegar (ni tan mal, ¿eh?) y otras complicaciones familiares y logísticas, parecía que este año la BiciCoa (ya sabéis… ruta en bici + barbacoa) no iba a poder celebrarse.
Pero, fíjate tú, al final pudimos disfrutar de un día de bicicleta y de compadreo como pocos. Vamos, que lo mismo es porque al momento de escribir esto (domingo por la tarde, apenas 24 horas después) todavía estoy bajo los efectos del subidón de la hormona que sea que se libere al torrente sanguíneo durante las barbacoas con colegas (¿»pancetina » puede ser?) pero me atrevo a decir en voz bastante alta y con poco miedo a equivocarme que esta puede que sea la mejor edición de la BiciCoa que hayamos celebrado hasta la fecha, ojo con eso, que lo pongo en negrita también para darle mucho énfasis.
Esta foto mola mazo
Como no, narrar un evento de esta categoría lleva su tiempo así que no empieces a leer esta entrada si estás en el baño del curro o calentando vaso de leche en el microondas porque la vas a dejar a medias (la lectura) y te va a dar rabia. Es mejor que te asegures tus diez minutitos de tranquilidad que, digo yo, que si un servidor se va a tirar un par de horas entre escribir y poner fotos y vídeos lo menos que puedes hacer tú es corresponderme con una lectura paciente. Pero vamos, en tu conciencia queda.
Como decía en las líneas introductorias, llevar a buen puerto esta BiciCoa (la octava edición, por cierto) no ha sido tarea fácil. Daban lluvia y no teníamos ni medio claro el poder celebrarla. El jueves escribí a los Perdedores para tomar juntos una decisión: mantener la convocatoria tal cual, hacer la ruta pero comer en un restaurante, cambiar la cita al domingo o posponerla para otra fecha. Esto último iba a ser complicado porque para fijar la fecha hubo que dar muchas vueltas. Sólo os digo que al final la fecha se decidió al azar, usando como elemento aleatorio la Lotería Primitiva. Flipa. Total, que decidimos seguir adelante. Daban lluvia, pero no durante todo el día y además poca cantidad de agua. Vamos, que lloverían cuatro gotas y solo un ratejo. Además la previsión iba mejorando así que decidimos arriesgarnos.
El sábado me desperté temprano, antes de las 7:00. Se escuchaba llover, menuda mierda. Me levanté para ir a por el desayuno de los campeones: churros. Ya no llovía pero estaba todo mojado. No me preocupaba la ruta, me preocupaba la comida. No poder hacer la barbacoa o estar incómodos apretujados debajo de un toldo y sin que los niños pudieran jugar a su bola en el jardín o en el parque.
Habíamos quedado a las 9:30 para poder salir sobre las 10:00. A las 8:30 llegó Raúl y desayunó un cafelito con su correspondiente churro con Pablo (que se quedó a dormir el viernes) y conmigo. Estuvimos hablando de qué ropa ponernos. ¿Chubasquero? ¿Cortavientos?¿Chaqueta?¿Camiseta térmica? Decidí llevar el maillot de Perdedores BTT y la chaqueta. Prefiero pasar calor a pasar frío. Un chubasquero de Decathlón de estos que se hacen una pelota iría en la mochila por si acaso. Poco a poco fueron llegando el resto de ciclistas.
Ahora está montando en bici de año en año
Miguel vino con toda la familia y fue un gustazo ver a Pao después de tanto tiempo y conocer a sus dos retoños. Dos preciosuras de niños con unos ojazos que flipas y unos rizos a lo Marcelo que no veas cómo molan. Todo indica que van a ser dos fuckers de mucho cuidado, se ve venir desde ya. ¿Liaría alguna Miguel con sus ruedas como nos tiene acostumbrados? ya te digo yo que no porque TODO salió a la perfección.
Anda que no está disfrutando Jesús con la bici nueva
Jesús en esta ocasión vino solo (luego vendría Vega, su niña) porque Puri, su pareja actual, tenía un buen catarro. Normal, porque en un mismo día lo mismo tienes frío que te llueve que te asas de calor y luego te cae una granizada. Te echamos de menos, Puri, si estás leyendo esto. Jesús es otro asiduo a las BiciCoas. Estuvimos hablando durante la comida de que solo ha faltado a una pero no recordábamos cuál. Fue a la de 2017 a la que faltó. Lo bueno de tener un blog es que sirve para salir de este tipo de dudas.
El Bombi sí que no ha faltado a ninguna de las citas. Es un fijo en la quiniela. Es un Perdedor de primavera-verano porque, me suena haberlo contado en alguna otra entrada, el Bombi es bastante montañero y cuando hay nieve siente como una atracción medio loca y se tiene que escapar todos los fines de semana a subirse a un cerro nevado, a esquiar o a las dos cosas. Y luego pone fotazas en Instagram para dar envidia porque el postureo ha agarrado fuerte en él.
¡Dice que llevaba sin montar en bici desde la BiciTanza!
La lista de Perdedores que no se han perdido ninguna BiciCoa es muy corta: la cierra Raúl. Y un dato curioso es que este es el primer año que repite bici. Dice que con la Trek tiene bici para rato y yo me lo creo porque ha probado ya muchas de distintas marcas y modalidades. Desde luego si monta poco en bici se le puede hacer bola una ruta larga o con mucho desnivel pero para abajo no le coges.
La Oiz de Diana me flipa
De Guadarrama vinieron varios Perdedores. Diana lleva montando relativamente poco en bicicleta pero no veas con qué ganas lo ha cogido. Es su primera asistencia a una BiciCoa y espero que no sea la última (creo que se lo pasó bien). Estando Natalia convaleciente, Diana fue la única fémina en participar de la ruta. Fue sobrada, claro, acostumbrada a las rutazas que se hacen por su zona varias veces por semana.
Llevaba sin usar la Giant desde antes de la lesión
¡Qué gusto volver a salir en bici con Ángel! Ya habremos comentado en este blog que se lesionó una rodilla de gravedad y ha estado sin poder hacer ejercicio bastante tiempo. Con muy buen criterio, con calma y con paciencia vuelve a estar operativo. Reconoció que aún le falta un puntito, que alguna cuesta se le hizo bola. ¡Normal! No pasa nada, lo importante es recuperar al 100% y evitar recaídas.
Dejadme que aquí me pare un poco porque os voy a hablar de mi criatura. Sí, me siento orgulloso, no lo niego, porque sé que en parte soy responsable de la mejora de Jaime como ciclista. Durante la ruta y la comida comentamos varias veces que el punto de inflexión, el clic en la cabeza de Jaime se produjo en la BiciCoa de
2019… en la que casi muere de dos maneras: de cansancio y de traumatismos. Entre las dos fotos que veis arriba hay, además de 4 años de diferencia, un móvil con mejor cámara, una BH Lynx que se mea en la Rockrider 5.2 y un señor que pesa 20 kilos menos y que por fin se ve la picha. No descarto que en la BiciCoa de 2024 veamos a Jaime con flequillo. Quédate con eso que te digo.
El primo Christian, si puede, no falla a la cita. Este año ha venido con toda la familia y yo me alegro. Ángel y él llevaron cámaras para documentar como debe de ser la BiciCoa. Porque ya me dirás tú para qué sirve celebrar una cosa así si luego no queda debidamente registrado en redes sociales de cara al postureo. El primo siempre anda tratando de liarme para ir de ruta por el parque de los Cerros de Alcalá pero a mí no me vuelve a engañar.
Fuimos en 2020(mira las fotos de esa entrada porque están bastante guapas) y es cierto que la zona mola muchísimo pero las pasé putas reputas.
¡Jorge es cinturón marrón en ciclismo de montaña!
¡La segunda BiciCoa de Jorge! Y espero que hagamos muchas más juntos. Conoce la zona mucho mejor que yo porque es navero (aborigen de Las Navas del Marqués). De hecho me equivoqué de camino alguna vez (a pesar de llevar el GPS) y tuvo que corregirme. Es el que más kilómetros hizo el sábado porque vino dando pedales desde su casa… para volver a pasar por Las Navas con el resto de Perdedores. Cualquier otro se hubiera quedado en la cama un ratito más para unirse al pelotón una vez empezada la ruta. Yo creo que Jorge es un ciclista «genético». No necesita entrenar ni salir todas las semanas para aguantarte cualquier ruta sobradamente. Y eso lo dan los genes (los que yo no tengo).
Fiel a su ruta en bici anual, Pablo yo creo que se apunta más por el cachondeo que por amor al ciclismo… Pero eso lo sabemos todos. Una vez más le presté la RCZ roja para que pudiera hacer la ruta con garantías, que su bici necesita un mantenimiento a fondo. Al menos esta vez sí se ha acordado de traerse las zapatillas de andar en bici. Tú fíjate, lo mismo que Raúl y que yo se abrigó de más pensando que haría frío y luego le sobraban hasta los calcetines.
Otro al que se le está quedando tipín de tanto andar en bici es a Sergio, no hay más que verle. El maillot de Perdedores BTT no le entraba y mira ahora, como un guante le sienta. Es un claro ejemplo del «Gim y el Ñam» porque si en la Bici da la talla en la Coa ni te cuento. Su máxima en la vida es «no puede quedar nada en el plato». Y es un dogma que cumple a rajatabla.
Y para terminar de completar el grupo, un servidor. No llegaba yo a la BiciCoa en mi mejor momento de forma pero sabiendo que para completar el recorrido que había diseñado para este año no debería tener demasiadas dificultades. Y, sobre todo, pensando en no ponerme malo que entre migrañas y vomitonas llevaba las dos últimas ediciones haciendo de las mías. Este año las premisas estaban claras: tomármelo con calma, disfrutar y terminar de una pieza que el día luego es muy largo.
Doce ciclistas acudimos a la cita igualando el récord de participación de Perdedores en una BiciCoa. Toma castaña.
Como decía en un párrafo anterior el recorrido no pretendía ser, ni mucho menos, duro. Menos de 30 kilómetros y menos de 500 metros de desnivel positivo sin grandes rampones. Eso sí, con tres senderos divertidos, zonas para llanear y sus subiditas, claro está. Les comentaba yo a los colegas que desde mi punto de vista había sido el recorrido más bonito de todas las ediciones. Comenzamos rodando en dirección a Las Navas del Marqués como viene siendo habitual. Me gusta hacerlo así porque es lo más llano que hay por la zona y es una buena forma de calentar rodando en grupo y poniéndonos al día.
El suelo estaba perfecto gracias a la lluvia. Húmedo, pero nada embarrado. Había charcos aquí y allá pero se rodaba perfectamente. Lo que sí llamaba la atención era lo verde que estaba el campo. En el puente de mayo estaba todo seco, parecía verano. Y mira ahora qué lustre. Dice el refrán que cuando en marzo mayea, en mayo marcea… pues ha sucedido que en junio sigue marceando. Estas lluvias habrán estropeado los planes a mucha gente y, por supuesto, donde ha llovido a saco no han sido bienvenidas pero en términos generales me atrevo a decir que han sido bastante beneficiosas. Al menos desde el punto de vista paisajístico-dominguero.
Una vez en Las Navas cruzamos la glorieta del Magalia y comenzamos a subir hacia el Risco de los Dineros. Es una subida suave y bonita. Con alguna raíz aquí y allá, algún escaloncito… Obstáculos que se suben perfectamente y sirven para que la ascensión sea además algo más divertida.
Justo antes de llegar al risco nos encontramos un mirador donde ya nos hicimos una foto el año anterior. La repetimos este año con la nueva participación y nos queda, qué quieres que te diga, un fotón. Como me decía Miguel, si la ponemos en blanco y negro parece la típica foto de los soldados que están descansando después de haber conquistado una posición.
A continuación bajamos hasta el área recreativa El Valladar por una bajada ancha pero muy divertida porque tienes que ir esquivando piedras, pinos y raíces. No es nada difícil, el camino es ancho y hay trazadas fáciles para cada obstáculo. Muy divertida. Un poquito de llaneo nos lleva a la siguiente bajada. Un sendero entre jaras, esta vez bastante más técnico debido a la cantidad de piedras sueltas que hay esparcidas a mala leche por el suelo. Es una bajada larguita y de las que no te permiten relajarte así que en vez de descansar acaba uno con los brazos cargados.
Llegamos al punto más bajo de la ruta, a la altura del cruce de la carretera que va a Valdemaqueda con la vía del tren. Mi propuesta es recuperar cota subiendo por carretera. Jorge comenta que podemos subir por el camino… pero sabiendo que hay dos rampones buenos mantengo el trazado inicial y comenzamos a subir por el asfalto. Además, afirmo, es una carreterita por la que apenas pasan coches… Pues no veas. Parecía aquello el rally de San Remo. Cada dos por tres se oía a alguien del grupo gritar: «cooooocheeeeeeee»… Y todos para la derecha. Y el recochineo, claro, en plan «menos mal que por esta carretera no pasaba ni el tato…». En fin, cosas que pasan y a las que no hay que dar mayor importancia.
La carretera nos lleva hasta la M505 y de vuelta al Valladar para remontar por un sendero una cuesta sin demasiada entidad y disfrutar de otro de los senderos típicos, el que va paralelo a la carretera y que Christian grabó con su cámara.
Una vez en la glorieta del Magalia, donde termina este sendero, enlazamos con el que es posiblemente el más divertido de la zona, que también corre paralelo a la M505 entre la glorieta y la estación de tren. Es una bajada que hemos hecho varias veces a lo largo de las BiciCoas. Otros años la dificultad principal era las piñas que había que ir esquivando. Este año no había demasiada difultad… más allá de una piedra puesta a mala leche en mitad del camino o una rodera del agua cruzando a mala idea por la trazada buena. Ángel grabó toda la bajada para nuestro uso y disfrute.
Lo mejor de este sendero es el final. Aquí aproveché que terminé segundo después de Raúl para echarme al suelo y sacar algunas fotos dignas de la mejor publicación profesional de mtb, perdona que te diga.
Pasamos por debajo de la vía y rodamos hacia la entrada principal de la urbanización Ciudad Ducal. Al paso por lo que en su día fueron instalaciones de la Benemérita y que ahora son casas en ruinas (una pena porque molan mucho) un numeroso grupo de adolescentes que estarían de convivencias (estaban sentados en el prado escuchando las indicaciones de su monitor) nos aplaudió. Debe de ser que nos reconoció como el core de Perdedores BTT. Nos vamos haciendo famosos, eso es indudable.
Ya en la Ciudad Ducal rodamos a buena velocidad por las pistas en perfectísimo estado admirando el paisaje (un pinar impresionante) y los chalets de lujo hasta abandonar la urbanización por otra salida, cruzar la M505 y volver a casa dando un pequeño rodeo para, por un lado, aumentar ligeramente el kilometraje y por otro subir una rampita que a más de uno le puso en su sitio porque es corta pero matona.
Terminamos dos horas y diez minutos después de la salida. Posiblemente la BiciCoa más rápida de la historia. Cero caídas, cero averías, todo buen rollo y sonrisas. Un gustazo.
¿El resto de la celebración? pues podéis imaginarlo…
Fueron llegando las familias y el resto de invitados y entre cervezas, aperitivos, barbacoa y dulces enlazamos la comida con la merienda en un festival de gula que no te puedes ni imaginar. ¡Y menudo día nos hizo! Si durante la ruta la climatología se mostró no solo benevolente sino más que adecuada para la práctica del ciclismo de montaña, durante la comida pasamos hasta calor teniendo que sacar la sombrilla y todo para protegernos del sol. Y pensar que estábamos preocupados por la lluvia… en fin.
Hicimos entrega de los regalos, claro está, que ya es parte de la tradición. Este año unos abrebotellas que Ángel estuvo testando esa misma noche.
Ya termino, que esto se está alargando y no hay mucho más que contar. Como siempre, os echamos de menos a los que no pudisteis venir, a ver si otro año hay más suerte. Muchas gracias a todos por venir, ciclistas y familias, porque es entre todos que hacemos este evento divertido. Muchas gracias a Lourdes porque es en realidad la que organiza el cotarro. Y muchas gracias a quien corresponda por sacar un día de primavera de los buenos sin lluvia ni viento ni na.
En menos que canta un gallo me pondré a preparar la BiciCoa 2024, no te lo pierdas. Pero antes tendremos que hacer muchas más rutas juntos… y celebrar otra BiciTanza, el evento otoñal hermano de la BiciCoa.
¡Hasta el año que viene!
Como siempre una gran crónica. Ha sido un placer volver a participar en otra edición más de la Bicicoa. Muchas gracias a Lourdes y a ti por hacernos pasar un día inolvidable.