Para decapar y pintar un cuadro de bicicleta se necesita, sobre todo, paciencia. Reconozco carecer de esta virtud y cuando termino uno de estos trabajos me digo que será la última vez que lo haga… Pero siempre acabo pintando otro cuadro.
En esta ocasión la víctima fue un cuadro de acero Boomerang. Nada del otro mundo. Pero me cuadraba por talla y por tener punteras horizontales ya que irá montada en single speed.
El primer paso es eliminar la pintura original del cuadro. Como en otras ocasiones he utilizado gel decapante y he dejado que la química trabaje por mí.
Brocha en mano, hay que embadurnar bien el cuadro de gel. Sin haber terminado de aplicar el producto a toda la superficie del cuadro ya se aprecia cómo el gel empieza a cuartear la pintura.
Una vez hayamos cubierto el cuadro de gel bastaría con dejarlo actuar unas horas y pasar una espátula para retirar la pintura sin dificultad. Por desgracia me he topado con una pintura muy resistente y el gel apenas la levanta. De manera que me toca tomar medidas más drásticas.
Con un cepillo de púas (bueno… fueron tres los que destrocé), mucha paciencia (que no tengo) y dolor de manos (soy un poco flojo) dejo el cuadro en el acerito.
Ahora tenemos que dar una capa de imprimación. Para no estropear las roscas del cuadro las protejo todas con canutos de papel.
En Leroy Merlín compré un spray de imprimación por poco más de 10€.
Es importante respetar la distancia de pulverizado recomendada por el fabricante y hacer muchas pasadas rápidas en vez de una larga. Una vez imprimado todo el cuadro le damos una pasadita con un papel de lija fino para dejarlo suave.
La hora de la verdad. Para el primer cuadro que pinté utilicé un rodillo (olé). Para pintar este compré una pistola de pintura muy barata en Amazon. La dificultad al utilizar la pistola reside en mezclar la pintura con disolvente en su justa medida. Otros cuadros los he pintado completamente con spray y me he ahorrado esta tarea. En cualquier caso es preferible, como antes, dar más pasadas suaves que menos más intensas. Evitaremos así los desagradables chorretones.
El color que he elegido, un marrón claro, no le gusta prácticamente a nadie en el mundo salvo a mí. Ya se sabe que para gustos están los colores y desde el principio tenía muy claro cómo sería la bicicleta una vez montada y qué combinación de colores llevaría (en otro post describiré su montaje).
Para rematar la faena damos una capa de barniz transparente para proteger la pintura.
En varios puntos el barniz cuarteó la pintura. Jaime (que me ha dado soporte) y yo creemos que se debe a que apliqué en estos puntos mucha cantidad de barniz sin seguir mi propio consejo de dar más capas finas en vez de una «gorda».
No hace falta que reproduzca en estas líneas la palabrota que solté cuando vi el estropicio. Me tocó lijar y repasar estas zonas. El resultado me satisfizo, en cualquier caso.
Como veis para pintar un cuadro se necesita, sobre todo paciencia. No he contabilizado las horas de trabajo invertidas, pero le calculo unas 20 sin contar los tiempos de secado oportunos.