Con la llegada de la primavera volvemos a sacar a los niños en bici. Y empezamos recorriendo algunos Senderos de Valmayor en una de las salidas en bicicleta en familia más divertidas de las que hemos hecho hasta ahora. Atiende, que te voy a contar una jornada de las que recordaremos durante mucho tiempo.
Eso sí, como venimos haciendo últimamente, te dejo el vídeo por si prefieres las imágenes a las letras. Echa un vistazo al Canal de Perdedores BTT porque merece la pena. Y suscríbete para no perderte ninguna publicación, que si estás leyendo esto es porque eres fan. Que sepas que para llegar a superfan, un paso por encima, te tienes que suscribir.
¿Qué ruta hacemos?
Fue Jaime el que propuso con varias semanas de antelación hacer una primera salida en bici con la chavalería desde Guadarrama a Valmayor. Y a Lourdes y a mí nos pareció un planazo. Ya sabéis que solemos practicar ciclismo en familia y una invitación como esta no podemos obviarla. Además tenemos que empezar a entrenar para el próximo reto de este verano: pretendemos dar la vuelta al lago Constanza en bicicleta. Mantente a la escucha porque va a ser un viajazo a la altura del del Danubio.
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Conocíamos parte del recorrido. Ya lo hemos hecho otras veces, como cuando fuimos desde Guadarrama hasta el Camping de El Escorial en otro día magnífico de ciclismo en familia. Pero esta vez nuestro destino estaba bastante más abajo aumentando el desnivel. Esto nos preocupaba un poco, pero la premisa era llegar hasta donde pudiéramos, que siendo la primera salida no había que volverse loco.
Vamos al turrón
Reconozco que el día de la ruta no nos pegamos un madrugón. Nos plantamos en Guadarrama sobre las 12 del mediodía. Los días son largos y la temperatura agradable, así que no hace falta aprovechar las primeras horas de la mañana para quitarse el calor. María finalmente no pudo participar. Una pena, la echamos de menos. Esperemos que la próxima no se la pierda.
Así que seríamos ocho ciclistas finalmente los que salimos de Guadarrama. Tres adultos y cinco niños. Toma castaña.
Batallón bicicletero
Lo primero es lo primero
Pusimos rumbo sureste. Como si fuéramos hacia Alpedrete. Enseguida hacemos una primera parada para subirles el sillín a Jorge y a Alicia. ¡Se nota que crecen!
El camino es fundamentalmente cuesta abajo y está plagado de charcos, algunos más grandes y otros menos, debido a las intensísimas lluvias de las semanas pasadas. El campo está exuberante y el día es perfecto para dar pedales. Algunos llevamos una chaqueta pero ya te adelanto que en poco tiempo nos iba a sobrar.
Este charco era enorme
Atravesamos las urbanizaciones «Las Cabezuelas» y «Los Berrocales» y evitando siempre circular por carretera pasamos por debajo de la autovía A6. El túnel se encontraba perfectamente practicable… Salvo, tal vez, por el escalón que tenía a la entrada que hay que saber superar.
Túnel bajo la A6
Nos aproximamos a Collado Villalba y tras cruzar la Avenida Reina Victoria con precaución y por el paso de cebra seguimos cuesta abajo por un sendero muy divertido. Como suele pasar, los niños más mayores se adelantan y los adultos nos quedamos cerrando el grupo para que nadie se quede descolgado y cuidar de los que van más despacio.
Llegamos así al «parque periurbano Romacalderas», junto al río Guadarrama. Y como hemos salido tarde y ya son más de las 13:00 decidimos hacer una paradita para un bocata.
Caras de ilusión en grandes y pequeños
A comer un poco que ya es hora
Nos acomodamos en un merendero en el que daba un poco de sol y un poco de sombra y sacamos la primera tanda de bocatas de las mochilas. Duraron segundos, tal era el ansia devoradora.
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Proseguimos la ruta tras la merendola pasando al otro lado del Guadarrama. No veas qué destrozada estaba la calle por la crecida del río de marzo. En nuestro afán por evitar cruzar o circular por carreteras pasamos por un minúsculo túnel por debajo de la carretera de Galapagar. Uno de los momentos más divertidos de la ruta intentando pasarlo montados en la bicicleta. Evidentemente Alvarito, con su talla, no tuvo problemas. Los más altos encontramos algunas dificultades.
Mira que exhibición de talento y equilibrio
Seguimos rumbo sur por la Cañada Real Segoviana. Pasamos por encima de las vías del tren y llegamos a la Ermita de El Cerrillo. Paramos para echar una foto y coger algo de agua de la fuente, que no vamos a encontrar ninguna más en lo que queda de ruta.
Una amable senderista nos hizo la foto
Fíjate bien las vistas a la sierra desde este sitio. Aún quedaba algo de nieve en los picos más altos.
Descenso a Valmayor
El siguiente tramo fue divertidísimo. Un descenso larguísimo hasta el mismo embalse. Los mayores y Lourdes tiraron para delante pero como el camino estaba un poco roto por la lluvia fuimos prudentes y le íbamos marcando el ritmo a Álvaro para que no se embalara y metiera la rueda en una rodera terminado en el suelo. Llevaba una bicicleta de rueda de 24″ que manejó con bastante soltura. Ya verás cuando aprenda a manejar el cambio bien.
Llegamos a Valmayor
Considerando que estábamos razonablemente a mitad de ruta (al menos en cuanto a kilometraje) hicimos otra paradita para un segundo bocata. La ocasión se prestaba a ello. Y entre mordisco y mordisco decidimos continuar la ruta tal y como Jaime la había planteado. Hubo debate porque, para acortar un poco, se nos pasó por la cabeza volver por donde habíamos venido. Pero, sobre todo Lourdes, se negó en redondo a subir todo lo que veníamos de bajar. La vuelta sería, por lo tanto, más larga pero más tendida. Y muchísimo más divertida como descubrirás si sigues leyendo o, en otras palabras, lo que viene a continuación te sorprenderá.
Rodeando Valmayor
Una vez de nuevo sobre la bici cambiamos el rumbo y nos dirigimos hacia el norte dejando el embalse a nuestra izquierda. Jaime y yo conocemos aquella zona, la hemos recorrido muchas veces, pero el resto de participantes de la ruta no. Y es divertidísimo ver cómo gestionan el continuo sube-baja que supone recorrer los senderos de la orilla de Valmayor. Debo reconocer para mi satisfacción y orgullo que echaron pie a tierra muchas menos veces de las que yo pensaba.
Sendero que rodea Valmayor por el norte
Tú piensa que siempre solemos hacer o bien carril bici o bien pistas en buenísimo estado. Rodar por sendero serpenteante, con raíces, piedras, subidas y bajadas es nuevo para ellos. Y les encantó.
Cuando toca cruzar alguno de los arroyos que alimentan el embalse no nos queda más remedio que bajarnos de la bici. Se trata de una zona que acumula mucha agua y hay zonas realmente embarradas por las que es imposible pasar rodando. No pasa nada, también es parte del ciclismo de montaña echar pie a tierra. Y, como sabemos que a los niños hay que ir proponiéndoles retos y juegos, «decoramos» estos ratitos con «a ver quién es el primero que mete el pie en el agua». Y entre risas no solo no se producen dramas sino que se nos pasan volando los trechos más feos del recorrido.
Raúl con las calas no lo pasó bien cruzando este puente de chapa
Senda de los Arroyos
Posiblemente la parte mas bonita vendría a continucación: la Senda de los Arroyos. Discurre paralela al llamado «Arroyo Ladrón» y es un sube-baja continuo di-ver-ti-dí-si-mo. En el sentido en el que íbamos pica ligeramente hacia arriba pero va uno tan concentrado en el recorrido y embelesado por el entorno que no se hace duro. Eso sí… el agua y los charcos fueron la causa del momento definitivamente más divertido del día: la zambullida en barro de Lourdes.
Bañito de barro
No hubo ningún daño ni físico ni mecánico que lamentar, pero el olor… digamos que el aroma del agua estancada no era precisamente agradable. Sacamos a Lourdes del barro y uno a uno fuimos cruzando el barrizal. Algunos con éxito total, otros tuvieron que echar pie a tierra… bueno, pie a agua. Pero como no hacía frío no hubo mayor problema. Te insto a ver este ratito en el vídeo de arriba del todo porque está gracioso.
El duro ascenso
Al final de la Senda hay un pequeño embalse y no nos quedó más remedio que parar unos minutos para disfrutar de las vistas, comer unas galletillas (¿nos pasamos el día comiendo?) y descansar un poco porque, quieras que no, la senda cansa.
Ahora tocaba subir. De primeras una buena cuesta hasta el nivel de la vía del tren. Es aquí cuando Jaime decide sacar el remolcador para tirar de Álvaro. Porque el pequeño ya muestra síntomas de cansancio.
Rodamos en paralelo a la vía del tren hacia Navalquejigo. Jaime y Álvaro empiezan a tener sus más y sus menos porque hablamos de un tramo cuesta arriba y el niño se declara agotado. No obstante, cuando llegamos al «pump track» de Navalquejigo se le pasan todos los males y se casca cinco vueltas como si le hubieran cambiado las pilas.
Álvaro estaba cansadísimo segundos antes
Conseguimos sacar a los niños del circuito. No tenemos prisa, pero tampoco es plan de llegar a Guadarrama de noche y llevamos ya cerca de cuatro horas y media de ruta con la tontería.
Álvaro siendo remolcado para ahorrar energías
Volvemos a usar la goma para tirar de Álvaro pero, si bien por carril bici llano el proceso es relativamente sencillo, por un recorrido de montaña con obstáculos, subidas y bajadas es bastante más complicado. Y en un par de bajadas se produce cierta descoordinación. El niño clava los frenos, la goma se tensa del todo, Jaime tarda un segundo más en frenar y aún no llegando a pasar nada el susto que se lleva Álvaro le hace desconfiar de su padre para el resto de su vida. Yo sé que se le pasó por la mente la película de su vida entera: un cortometraje, claro.
Ni cuerda ni cuerdo
Total, que de vuelta en la Ermita de El Cerrillo, llegamos al punto de encabronamiento máximo y Álvaro dice que en la bici te vas a montar tú porque él por hoy ya ha tenido bastante.
Duras imágenes de niño enrocado y padre portando dos bicis
Como la cosa parece complicarse por segundos, decidimos seguir adelante el resto. Ya nos encontraríamos más adelante cuando las aguas hubieran vuelto a su cauce.
Pero llegando de nuevo al parque donde habíamos comido el primer bocata nos damos cuenta de que Jaime no lleva el móvil encima porque lo está usando Raúl para escuchar el partido del Racing de Santander (que ganó, por cierto). Así que no tenemos forma de comunicarnos con Jaime para ver cómo va la cosa. Organizamos el comité de crisis y decidimos que me doy la vuelta al encuentro de Jaime y Álvaro mientras Lourdes y los otros niños vuelven a Guadarrama, los niños se quedan y Lourdes viene a recogernos con el coche.
Y con esas que me giro para volver en dirección a la Ermita y echando la mirada todo lo lejos que el astigmatismo me permite me parece ver una locomotora diésel acercarse a una velocidad completamente fuera de toda razón y lógica.
¡Sorpresa!
No sabemos qué promesa o amenaza fue la que funcionó, pero Jaime consiguió convencer a Álvaro para volver a montar en la bici y ser remolcado. Y nos alcanzaron en tiempo récord. Y yo no tenía que deshacer camino, que también era (al menos para mí) un alivio.
Estamos acabando ya
El resto de la ruta no tiene demasiado que contar. Volviendo por el mismo camino que la ida pero ahora cuesta arriba… se hizo un poco bola. Pero los niños lo superaron sin quejarse. Me quito el sombrero.
Ya en Guadarrama unos helados y unas cervezas (para los adultos, entiéndeme) nos supieron a gloria.
Track disponible en Wikiloc
Casi 38 km de diversión embarrada que para empezar la temporada de ciclismo en familia no están nada mal. Esperamos poder hacer muchas más rutas, incluyendo las nocturnas que tanto nos gustan. Y esperamos que nos leas, claro está.
¡Hasta la próxima!